sábado, 21 de abril de 2012

cucusemi III

En anteriores capítulos Cucusemi se presenta y comienza el relato de su vida, ahora continua con su más tierna infancia.

Capítulo tercero: de cómo la vida enseña a Cucusemi a desenvolverse con eficacia entre sus semejantes y de cómo él aprendió estas lecciones.

Ha pasado mucho tiempo pero si cierro los ojos me parece vivirlo de nuevo…


El refugio de mamá es espléndido pero necesito más libertad de movimientos pues de lo contrario no podré desarrollar todo lo que mis genes y mente necesitan, además siempre me queda el recurso de llorar para sentirme protegido al instante.
Primero unos pasos, luego algunos más hasta alcanzar la carrera y mi autonomía crece al ritmo que necesito, mi cuerpo ya sabe hasta dónde puede llegar el dolor de una caída. Mi cabeza ya sabe a qué altura está el borde de la mesa. Mis intestinos y vejiga ya saben cuándo hay que aguantar y cuándo dar rienda suelta al libre albedrío aunque en ocasiones confundan los términos.

Poco a poco voy esquivando las dificultades asociadas a mi tamaño y adaptándome a mi entorno. El horizonte no es demasiado intenso por ahora y la cosa parece fácil, lo más complicado: bajar de la cuna; por aquella época no estaban de moda las protecciones y normas de seguridad actuales y los diseñadores de camas infantiles más parecían inventar cárceles que cómodos recintos de reposo. Muchos chichones atestiguan lo que me costó y demuestran mi perseverancia.
 - me agarro aquí, el pie por encima, un poquito de esfuerzo, la cuna se escora sobre sus balancines por mi peso concentrado en un lateral y ya está: al suelo de cabeza
- lloro, viene mamá, mira el chichón y tras darme un azote en el culo me deja otra vez dentro, - ¡para que aprendas! –dice. Yo le hago caso y para aprender lo intento una y otra vez hasta que por fin lo hago de corrido.

Ahora que ya domino el truco alguien pensó que era peligroso -a buenas horas mangas verdes- y paso a dormir a una cama. Mas fácil de subir y bajar, ¡vaya diferencia! pero tiene su contrapartida, aquí no hay valla y es más fácil caerse mientras duermes. ¿Acaso pretenden que duerma con un ojo abierto como los delfines?, se impone una solución rápida así que tiro con disimulo la almohada y las sabanas al suelo y me dejo caer con suavidad, ya no hay peligro de caída y puedo dormir plácidamente.
No sé por qué, el truco no funciona del todo pues cada vez que despierto vuelvo a estar encima de la cama, debe ser que tengo poderes y me caigo hacia arriba, debo estudiar este caso para entenderlo bien pero mi cerebro aun no está preparado para cuestión tan compleja.
Como segunda opción en vez de quedarme en el suelo paso a la cama de al lado y duermo entre mamá y papá así no hay riesgo de salir rodando pero inexplicablemente vuelvo a aparecer en mi cama cuando despierto.

Ahora que lo nombro no les he hablado de papá. Papá es un tipo curioso, aparece por casa poco antes de la hora de la cena, juega un ratito conmigo y después se empeña en que me duerma a base de balancearme entre sus brazos al final termino mareado y me duermo aunque a veces hago trampa y me hago el dormido para ver que hace después. Y lo que hace es dejarme en la cama y acostarse en la cama de mamá (el resto no lo cuento porque es clasificado), entonces me di cuenta que debíamos ser pobres pues no había camas para todos y ellos tenían que compartir una.
– no os preocupéis –pienso- cuando crezca ganaré dinero y podréis tener una cama para cada uno, incluso con valla para no caerse. Y mientras diseño mi estrategia futura me quedo dormido de verdad.

No sé porqué papá no está más tiempo conmigo, a veces lloro para que aparezca pero el truco no funciona con él y solo aparece cuando oscurece, ¿seré hijo de un vampiro?, no creo pues los domingos si está con nosotros, después de misa y si hace buen tiempo, que es la mayoría de veces, nos sube a todos en la moto y nos damos un paseo: mamá y mi hermana mayor en el porta equipos, papá en el centro conduciendo y mi otra hermana y yo sentados en el depósito.

Solíamos ir a Roda a visitar a mi yaya y mis primos que pasan los días de fiesta allí. Es un pueblo divertido con pocas casas, casi todas de piedra y argamasa, con un pequeño colegio de cuatro aulas ya entonces cerrado por escasez de alumnos donde los niños siempre encontramos algún resquicio para colarnos y jugar por el interior. Más de un cocotazo y azote nos cuesta el juego – ¡para que aprendáis!- y para aprender seguimos insistiendo domingo tras domingo.

Junto al colegio y cruzando la calle: la casa del Marques que siempre vi cerrada; los mayores se contaban una y otra vez historias de cuando eran niños y habían trabajado en la casa. Vaya gracia, ser niño y estar en una casa como esta trabajando en lugar de aprovechar el inmenso espacio para jugar.

Y detrás de la casona, casi como puesto por los dioses del Olimpo para uso y disfrute nuestro, el mejor juguete que jamás haya tenido un niño hasta la invención de la videoconsola muchos años después: un cañizal y un poco más allá una balsa de riego, medio escavada en el suelo y revestida de piedra y cemento. Nuestra particular Villa Jovis donde entre ranas, barro y culebrinas pasamos días inolvidables ¡y con la ropa de los domingos!
-daca daca, mas azotes ¡para que aprendáis! y por supuesto como para aprender hay que practicar… pues lo dicho.

Otra cosa que me gusta hacer con papá es ir los domingos por la tarde al bar de los Ramones,  él juega la partida de dominó mientras yo tomo una fanta y como las ventosas de las patas de pulpo pinchándolas del plato de los mayores con un palillo mondadientes y puedo ver la televisión. Me encantan las aventuras de el virginiano, del sheriff de dodge city, de mayor seguramente querré ser vaquero del oeste y también vemos algunos partidos de fútbol.

No tenemos tele en casa y en el pueblo solo algunos afortunados la tienen, cuando sea mayor ganaré dinero y compraré una para nosotros y así podremos verla sin tanto escándalo -voy a tener que hacer una lista con las cosas que tengo que hacer de mayor pero no se escribir, suerte que tengo buena memoria ya que aún no se ha llenado mucho, ahora es una prioridad aprender si quiero tener éxito en mis proyectos.
Para aprender lo mejor es la perseverancia y la practica, mis padres tienen eso en cuenta y han decidido que inicie mi formación intelectual, después del próximo verano iré a la escuela de los cagones.
Ahora  a estas escuelas las llaman centros de educación pre-infantil o guarderías pero la generación de nuestros padres no se calentaba tanto la cabeza con nombres políticamente correctos y le ponían el nombre a las cosas con lógica y sin contemplaciones, vamos: que se entendía perfectamente lo que era cada cosa por su denominación.




Esta fue una época de mi vida que me enseño mucho y donde empecé a vivir mis primeras increíbles aventuras. Creo que se merece ser contada en otro capitulo y eso es lo que voy a hacer. 

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