sábado, 30 de noviembre de 2013

una tarta para ponerse guarro en el postre

Para quien es goloso, si además es divertido se disfruta el doble.

Vimos algo parecido por internet y enseguida Mari Paz se puso manos a la masa para hacer esta tarta, muy adecuada para un cumpleaños.

base de la tarta

 Se trata de una tarta de galletas y chocolate, lo típico: capas sucesivas y alternadas de galletas mojadas en leche y chocolate fundido hasta conseguir el espesor deseado.
Lo divertido es el acabado final simulando una piscina de cerditos disfrutando en su charca ajenos a las miradas de quienes los van a devorar en un pis-pas.

tarta terminada a falta de los detalles
 Para que parezca un barreño se hace la tarta redonda y se cubre el perímetro con chocolatinas antes que el chocolate se enfríe del todo y se sujetan con una cinta hasta que se enfrían y mantienen su postura. No conviene que el chocolate esté muy caliente al poner las chocolatinas pues se derriten estropeando el resultado final, lo mejor es hacer la tarta y al darle la ultima capa de chocolate estar atento para ponerlas y se queden pegadas.


detalle de la decoración
Para los cerditos se puede usar pasta de repostería  o, como hicimos nosotros, nubes de golosina; se calienta unos segundos en el microondas y queda maleable, se le añade azúcar glass y se moldean, después con pintura comestible o colorantes alimentarios se les dan los retoques necesarios. Se hacen por separado las cabezas, las barrigas, culetes y las manitas.

Ya solo queda dejar las figuras sobre la tarta con un poquito de gracia, presentar en la mesa y comerla con avidez...
resultado final

... que aproveche.

domingo, 10 de noviembre de 2013

tarta de pañales

 Un bonito y practico regalo para ese bebé que ha llegado.

La llegada de un bebé es motivo de alegría para la familia y los amigos, todos deseamos aportar un regalo a este diminuto ser que llenará nuestras vidas. Hay regalos típicos para este evento, yo propongo una forma de regalar lo de siempre pero de forma diferente. Una tarta o castillo hecha con pañales y elementos variados para bebés.




Hacer una tarta de pañales es fácil, no se necesita ninguna habilidad especial, solamente un poco de paciencia y comprar los ingredientes necesarios: unos 60 pañales, algunos frascos de productos de higiene, baberos, chupetes, ropa, biberones... hasta donde llegue nuestro presupuesto.

En primer lugar necesitamos un cartón fuerte para hacer la base que a la vez nos sirve de bandeja para luego poder trasportarla sin problemas, lo forramos con papel de regalo para que quede curioso y ya tenemos el soporte. Sobre este iremos montando los pañales por pisos. Montando en forma de pirámide queda muy espectacular.

Los pañales los vamos uniendo en grupos de dos o tres con una goma elástica y un poco de cinta de regalo para formar los "ladrillos" y vamos formando cada piso de la tarta, cada vez que formamos un piso lo sujetamos con una vuelta de cinta para que no se desmorone.

Entre medias de los ladrillos de pañales podemos ir intercalando productos típicos de la ocasión como colonias, ropitas, peluches, etc, lo que le da más valor al regalo. 


Una bonita tarjeta de felicitación para los padres de la criatura y un envoltorio trasparente con unos lazos y a asombrar a todos con el regalo, espectacular a la vista y practico para quien lo recibe.

Bueno, ya no tenéis escusa para quedar bien y por poco dinero.


jueves, 19 de septiembre de 2013

Si yo fuese presidente

...si yo fuese presidente, pero presidente de verdad del gobierno y tuviese o tuviera la capacidad de hacer la que debe hacer un presidente de gobierno...


"si yo fuese presidente, obligaría a mis diputados a votar una ley que metiera a los corruptos en la cárcel.

Si los corruptos fuesen a las cárceles, estas estarían pronto saturadas.

Si las cárceles estuviesen saturadas, habría que soltar a otros presos para hacer sitio.

Si hubiese que soltar presos, pronto las mafias sobornarían a los jueces para sacar a sus amigos.

Si los jueces se dejaran sobornar, irían a la cárcel por corruptos.

Si los jueces fuesen a la cárcel, no habría quien impusiera la ley.

Si no hubiese quien imponga ley, reinaría la anarquía.

Con la anarquía vendría el caos social.

Contra el caos social tendría que dictar nuevas leyes.

Las nuevas leyes no se podrían aprobar porque la mayoría de políticos estarían en la cárcel provocando inestabilidad de gobierno.

La inestabilidad provocaria revueltas y hasta un golpe de estado.

Un golpe de estado devendría en guerra y miseria.

Si hubiese guerra tendría que irme a otro país para sobrevivir dejando atrás mi casa y muchos amigos."


Así que como me gusta el barrio donde vivo y aprecio mucho a mis amigos, mejor no me meto en política y que sea presidente otro. Me dedicaré a criticar a los que mandan que para eso cobran y a hacerme viejo despacito disfrutando de mi familia y mis amigos.


domingo, 30 de junio de 2013

Cucuseni XII

Cucusemi coge su mochila y se lanza al mundo mundial.


Capitulo décimo segundo:... y final de la infancia.


No recuerdo que día fue, pero si que era lunes. En una pequeña bolsa de deportes llevaba lo necesario para enfrentarme a mi nueva etapa: un par de calzoncillos, otro de camisetas, algunos pañuelos moqueros de tela, un mono de trabajo que me había comprado mi madre y dos tabletas de chocolate.

Lo de las pastillas de chocolate es una historia divertida que debí haber contado antes.

 Resulta que por aquella época una marca de chocolates regalaba con cada tableta una pieza de vajilla, al abrir el envoltorio te ponía el premio, unas veces plato llano, otras taza de café y así poco a poco mamá consiguió un enorme ajuar domestico con toda clase y tamaños de vasos, fuentes, platos, etc.…

En contrapartida casi todos hemos terminado con animadversión hacia los dulces ya que comíamos chocolate en grandes cantidades y sin mesura. Mi favorito era el bocadillo de mejillones de lata con chocolate: una onza dentro de cada mejillón y bien distribuidos sobre el pan sin dejar huecos.

Como estaba diciendo, ese lunes, con lo puesto y mi mochila emprendí camino hacia el taller de mi padrino. En solitario, como un hombre, en el autobús y con el dinero justo para pagar el billete y comprar alguna golosina para el camino.

En aquel momento no pensaba en lo que dejaba atrás, solo tenia ilusión por iniciar mi etapa con afán de independencia.

Quizás debieran pasar imágenes por mi mente, como una película de mi vida pasando a toda velocidad, para marcar el punto de no retorno, pero no fue así.

En la parada de bus esperé pacientemente a que llegara con el acostumbrado retraso el viejo “costa azul” que hacía el trayecto desde Alicante a Cartagena. Subí a él, pague el billete al revisor -25 pesetas creo recordar- y me senté lo más atrás que pude para poder estar cerca de la puerta de salida, como hacíamos la pandilla cuando íbamos a los cines de la ciudad portuaria.

Dije buenos días al resto del pasaje conforme avanzaba buscando asiento, nadie respondió, en el autobús todos van juntos en solitario y pensando en sus cosas, cuando no medio dormidos, y como mucho contestaban con un ligero movimiento de cabeza. No sabias si te respondían o es que tenían un tic nervioso.

Por la ventanilla observé por enésima vez los campos que ya conocía he hice mentalmente el recorrido desde el centro del pueblo donde antes estaba el solar conocido popularmente como la cerca –ahora ayuntamiento – carretera general adelante pasando la curva de la base, a continuación el Miramar y la gasolinera, poco más allá el camping Cartagonova, después la torre del negro y la venta San José, el tramo de carretera bordeado de pinos y campos de labranza y ya se veía la torre de la iglesia de El Algar a cuya espalda estaba la parada de bus donde debía bajarme.

   -¡nene, despierta que esta es tu parada!

Menos mal que me avisó el revisor, si no hubiese llegado hasta el final del recorrido y encima hubiese tenido que pagar la diferencia de precio dejándome el bolsillo aún más exiguo.

La parada estaba en la plaza del pueblo, en realidad no sé porqué le llaman a este paraje la Plaza, el terreno es amplio pero es todo carretera, un intrincado cruce de caminos sin más recorrido peatonal que las estrechas aceras de los edificios. Cada cual puede llamar los espacios de su pueblo como quiera que para eso es suyo y si los vecinos lo llaman plaza que así sea.

Desde aquí al taller una buena caminata de casi dos kilómetros, vista al frente mochila al hombro y andando que es gerundio. Hasta las Lomas, un barrio a las afueras que por entonces tenía tan pocas casas que no sé si se consideraría un verdadero vecindario. Es curioso, casi todos los pueblos de por aquí tienen una barriada en los limites que se llama “las Lomas” no se si por la escasa elevación de terreno o por estar distante del pueblo de turno.

     -buenos días, ya estoy aquí.
     -¡hombre!, no te has perdido…

Abrazos, besos y jolgorio general. Que si ya soy todo un hombrecito, que si estoy muy flaco, que si van a hacer de mí un gran mecánico; lo típico en estos casos suponiendo que no sea yo un caso único.

Entre el viaje, que no duró mas de veinte minutos, la caminata y la recepción se hizo la hora de comer y en esta situación me di cuenta que mi vida había dado un giro transcendental.

En primer lugar porque la hora de comer aquí era algo grandioso en cuanto a la mesa puesta. Yo estaba acostumbrado a comer lo justo y deprisa para poder seguir jugando, en casa de mi padrino se comía en cantidad para coger fuerzas y seguir trabajando, de ello se encargaba mi tía Fina. Oronda señora de origen valenciano que al verme tan flaco, según ella, puso empeño en hacer de mí un hombre, por lo menos en lo que a tamaño y cuerpo se refiere.

 - El plato bien cargado que tienes que crecer y ¡no se te ocurra dejar nada!
 
 Entre los buenos platos de comida y cena, bocadillos para almorzar y merendar, bien grandes y cargados, y algún picoteo entre medias consiguió, en poco tiempo, que necesitase ropa de talla más holgada.

La vida en el taller aumentó mi tamaño corporal y mis ansias por aprender, a “capar se aprende capando”, decía mi padrino y con paciencia infinita soportó mis errores corrigiéndome en lo necesario hasta casi convertirme en un buen mecánico. Tengo muchos y muy  buenos recuerdos de aquellos años que pienso contarles, pero eso sera en el próximo capitulo.





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lunes, 18 de febrero de 2013

corazones de huevo

Hay veces que queremos hacer algo especial en la cocina, algún detalle curioso y original o que motive un plato por cualquier circunstancia.


Esto lo vi en uno de los muchos correos que circulan por la red y me gustó la idea. Para el día de los enamorados lo puse en practica, me quedó así de bonito y como lo bueno y lo elegante hay que compartirlo os explico en pocos pasos como lo hice. Para quien se quiera entretener y sorprender a alguien especial.

resultado final
                                 
Lo primero es fabricarnos un molde para dar forma a los huevos (porque se trata de huevos cocidos). 
Se necesitan dos tiras de cartón fuerte, también vale madera de contrachapado o como en mi caso plástico, la cuestión es que sean lo suficientemente rígidas como para darle forma al huevo y no al revés. No he calculado la medida idónea pero estas son de 5x15 cm y me han ido de maravilla para huevos de talla M.
                                 
  
molde
                                    

 Por higiene se forran con papel de cocina, después se sujetan con cinta adhesiva por uno de sus lados para que parezca un libro.
Ya tenemos el molde, ahora hay que cocer los huevos, como se trata de adornar basta con uno o dos, quien quiera meterse media docena es libre de hacerlo pero despues que no me culpe a mí.


este es el truco

 Con los huevos cocidos y aún calientes, se pelan  y se colocan en el molde y con un palito y unas gomas elásticas se coloca como se ve en la imagen. Yo he usado un palillo de comida china pero vale cualquier otra cosa que este limpia (que estamos con cosas de comer).

Se deja enfriar y obtenemos un huevo un tanto amorfo que cortado en rodajas nos dará los corazones que buscamos.

huevo listo para ser loncheado


 Se tarda más en explicarlo que en hacerlo y puesto sobre otros ingredientes que resalten queda perfecto. 
...ya no tenéis escusa para renunciar a un plato de alta cocina...








sábado, 16 de febrero de 2013

Cucusemi XI

Acontecimientos del final del colegio, otro retroceso en la linea del tiempo

Capitulo decimoprimero: de las cosas y sucesos que cambiarán la historia



Un par de años antes del final del colegio sucedió, los periódicos y la radio lo estaban diciendo. Los niños, ajenos a ello, fuimos al cole como un día cualquiera pero se respiraba un ambiente raro.
No recuerdo haber visto a nadie por el camino, no es que la calle estuviese concurrida normalmente a esas horas pero el pueblo despertaba y era normal ver a los vecinos iniciando el día. Llegamos al centro y formamos la fila como siempre pero no había ningún profesor a la vista.


  - ¿Qué pasa hoy? ¿Será que van a hacer la huelga de la que tanto se oye por los pasillos?

De pronto salió un maestro, “el fotes” –le llamábamos así porque tenia un gran bigote, originales que éramos.

   -niños… Franco ha muerto, id a casa y ya avisaremos cuando
    tenéis que volver.

No fuimos conscientes de la gravedad de la noticia ni de las posibles implicaciones que pudiese traer pero una cosa si teníamos clara: ¡no hay cole! y eso es como unas vacaciones que no por inesperadas hay que dejarlas correr.

A partir de aquel día las cosas fueron cambiando, al principio se notaba el miedo en los mayores, la palabra guerra se susurraba junto a la de huelga, por suerte todo fue bien.

En un par de días vimos por la tele como el Príncipe Juan Carlos era proclamado Rey. Como en el pueblo era bastante conocido por casi todos nos alegramos mucho. Siendo príncipe venia a menudo a la base aérea de San Javier y muchas veces nos llevaban a los niños a darle la bienvenida. Todos en fila en la acera cubriendo el recorrido por donde iba a pasar el coche oficial con banderitas de cartulina hechas en clase con toda la ilusión que podíamos poner en ser protagonistas de aquel evento.

Otras veces se le veía por el pueblo paseando de incógnito con algún compañero de la academia, lo de incógnito es un decir ya que un tío tan alto y famoso en un pueblo de poco más de mil habitantes no pasa desapercibido ni en la oscuridad de la noche, de hecho es raro el negocio que por aquella época estuviese abierto que no tenga una foto del dueño junto a tan noble y simpático personaje.

Aquel año los españoles pasamos página y se notaba en la prensa, en la música y en la actitud de las gentes. No fue un cambio radical pero se respiraban aires de libertad y todos querían llenarse los pulmones de esta fragancia.

Terminado el luto oficial, retomamos las clases y los maestros entre lección y lección nos hablaban de democracia, de elecciones, de sindicatos, de partidos políticos… eso sí, primero comprobaban de reojo que no hubiese nadie tras las ventanas pues una cosa es oler el cambio y otra pillarte los dedos antes de tiempo.

Seguramente no tiene nada que ver pero también a partir de entonces empezaron a verse más maquinas tragaperras y de marcianos en los bares. Antes solo se veían algún futbolín o maquina de millón, si el local era amplio podía tener hasta una mesa de billar de los de carambola que el de agujeros llegó más tarde, para ver maquinas de estas tenias que ir al único salón recreativo que teníamos en el pueblo o irte a pueblos cercanos mas grandes.

Triste vicio, que me atrapó, el de gastar monedas pensando ser mas listo que el que inventó la maquina. Muchas monedas también malgastadas en matar marcianitos virtuales pero es lo que tocaba entonces y de alguna forma me desarrollaba la destreza en los dedos y los reflejos en la vista.

Cuando mi capacidad de ganarme un dinerito estuvo por debajo de la de gastarlo hube de ingeniármelas para hacer las trampas necesarias.

Hacer una ranura en el canto de una moneda para pasarle un hilo y poder recuperarla era fácil pero muchas veces se rompía el hilo y los dueños de las maquinas se dieron cuenta del truco y aumentaron la vigilancia por lo que pronto tuve que cambiar de táctica.
Otra cosa que funcionó bien fue el de rodear las monedas de duro con un alambre de cobre, cambiaba el tamaño y peso y contaba en la maquina como de cinco duros.
 El timo era evidente al abrir la caja de la maquina y llego el momento que estaba tan vigilado que ni con monedas buenas podía jugar a gusto y poco a poco perdí la oportunidad y la ilusión por jugar a las maquinas, a lo mejor esto me salvó de ser un ludópata perdido.

Otra cosa que empezó a ponerse de moda fueron las fiestas del colegio: por fin de curso, por navidad, carnaval, cada vez había más excusas. Cada alumno aportaba algo de comida y bebida, los profes ponían un tocadiscos, algunos vinilos y organizábamos una verbena estudiantil con concursos de baile incluidos. Incluso algún espabilado se hacia con cigarrillos y alguna botella de ginebra. Elementos que en manos de mentes inquietas y adolescentes con ansia de vivir nos proporcionaron la entrada en el mundo de los vicios socialmente aceptados de aquella época.

Así entre búfalos sin boquilla, cubalibres, bailando el bimbó, susurrando canciones de Nino Bravo y expulsando feromonas por todos los poros aprendimos las ultimas lecciones de la educación básica convirtiéndonos en maquinas humanas devoradoras de futuro, fuimos la generación que no conoció la posguerra y empezamos a vivir la libertad antes de que llegara, como decía la canción de los rolling, pese a no entender la letra, no estábamos satisfechos y necesitábamos más.

Recuerdo especialmente aquellos días del final del colegio porque fueron días de “mi primera vez”: la primera vez que fumé, la primera que bebí alcohol en cantidad considerable, mi primer baile “agarrao”, por primera vez una chica me abofeteo por tocarle el culo, la primera que fui a un bar con los amigos y con aire de suficiencia pedimos una “caña de almendras con una tapa de cerveza”, también fue la primera vez que busque un trabajo por mi cuenta.

   - hola, me llamo Cucusemi y quiero trabajar aquí por las tardes y los sábados.

   - vale, habla con Paco el encargao y ponte al tajo.

Se trataba de coger algodón a destajo, a siete pesetas el kilo, sin asegurar, en un campo cercano un poco más allá del antiguo apeadero del tren. En realidad tanto el dueño como el encargado ya me conocían, pues ya había estado allí ayudando a mamá otras veces pero en esta ocasión fui por mi cuenta y riesgo. Un zagal flaco, que no alcanzaba el metro y medio de altura jugando a ser mayor... y allí estaba, con un medio saco atado a la cintura dejándome la piel de las manos recolectando copos de algodón, llevándome broncas del Paco por no seguir el ritmo de los demás y sufriendo lo indecible para mover los sacos grandes que teníamos que llenar.
La cosa consistía en lo siguiente: recoger el algodón maduro en un saquete pequeño que llevaba como si fuese un delantal, este saquete se vaciaba en otro saco mas grande que casi tenia mi altura y  estaba al borde del tajo, cuando este se llenaba había que llevarlo hasta el puesto de pesaje que está cada vez mas lejos según avanzas y vaciarlo en otro aun mayor que era el que se pesaba y se cargaba en el camión. En la recolección trabajaban los niños, las mujeres y los novatos como yo, en el pesado y carga de camiones los hombres y adolescentes con fuerza suficiente.

No parece gran cosa pero este trabajo me dio fuerza en los brazos y ganas de buscar otra cosa menos cargante para mis flacos  huesos.

- Cucusemi –pensé- si no quieres acabar encorvado, pobre y envejecido, antes de tiempo, tienes que espabilar.


Lo malo es que ya me he acostumbrado a no estudiar así que la solución tendrá que venir por buscar un trabajo mas relajado y a ser posible mas estable, que no dependa de una buena temporada de buen clima para poder ganar unos duros.
La primera vez que pensé con un poco de sensatez. Y la primera vez que mis decisiones me marcaron el camino a seguir sin tener que volver la vista atrás ni arrepentirme, para lo bueno y lo malo.

Lo bueno y lo malo de la vida van siempre de la mano y te siguen a todas partes, muy de cerca, puedes coger lo que quieras de ellos pero con una sola condición: lo que tomes es para ti y no se puede devolver.

En estas cabalas andaba, iba siendo hora de dejar atrás muchas cosas; ya no es momento de jugar a vaqueros ni de seguir los pasos de pipi calzarlargas, es el pago de la felicidad, debo dejar atrás mi infancia y el primer paso será en el taller de mi padrino.

Pero esto, como ya dije antes, sera en otro capitulo



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viernes, 4 de enero de 2013

Cucusemi x

Las andanzas de Cucusemi


Capitulo décimo: del final de la infancia, o de la inocencia infantil


Ya estamos en el nuevo colegio “Bienvenido Conejero”. Con sus cuatro aulas nuevecitas, su sala de profesores –que algunas veces usábamos los alumnos para reuniones y trabajos de equipo- y una gran explanada ya que estaba abierto al campo y rodeado de solares donde podíamos jugar al fútbol o correr sin estorbarnos unos a otros.


  Desde la fachada del edificio hasta la antigua vía teníamos todo un universo de tierra batida y aplanada por nuestros propios zapatos en el recreo diario. Al otro lado de la vetusta línea férrea campos de cultivo bordeados por hinojos y matorrales diversos, idóneos para situar entre ellos cepos para cazar pájaros, ya conté en otra ocasión que estos nos servían de merienda y nos sacábamos unas pelas vendiéndoselos a los bares.

  Época feliz para la edad que teníamos, ajenos a una España que estaba a punto de dejar atrás la dictadura de posguerra no hacíamos mucho caso a los susurros de los adultos, entre rincones sonaban palabras desconocidas para nosotros como: huelga, democracia, cargas de los grises…

  En la tele nos acompañaban los sábados las aventuras de Heidi y el gran viaje de Marco con su mono Amedio recorriendo el mundo en busca de su mamá.
Aún recuerdo el día que al poner la televisión para ver el episodio de Heidi, en lugar de mi serie favorita había un concierto de música clásica, pero ¿Qué ocurre? ¿No voy a poder disfrutar hoy?

  El caso es que la banda terrorista eta había matado al presidente del gobierno, el Almirante Carrero Blanco, el país estaba de luto y las emisiones de programas de radio y televisión estaban suspendidas. Por suerte al sábado siguiente repitieron el capitulo y pudimos seguir con normalidad la historia.

  Mis andanzas diarias ya tenían visos de aventura, teniendo claro que me obligarían a repetir un curso, independientemente de las notas que sacara, decidí no poner trabas a la situación y dedicarme a disfrutar la vida un poco, con mi nueva bici hecha de retales comencé a explorar cada vez más lejos, al principio por el pueblo y si el tiempo acompañaba, y había luz de día, hasta los pueblos cercanos. De paso me colaba en alguna casa vacía para jugar a ser un gran ladrón como los de las pelis, no hay cerradura, ventana o tapia que se resista a mi ingenio y destreza. Era divertido pero tenía un inconveniente: en las casas vacías no hay nada que robar y encima mi bici me delata por estar en las cercanías. Terminé más de una vez pringado, sin ningún beneficio y encima con mala fama; que en tal sitio han entrado y han destrozado cristales y muebles la culpa de Cucusemi, como le dije en su momento al guardia civil: oiga que yo tengo mi orgullo y puedo entrar y salir sin romper nada. Pero no me creían y al final terminaba pagando yo el pato, bueno pagar pagaba mi padre y a mí me dejaban con algunos tirones de oreja y más de un azote con el cinturón.

  Esto no iba bien y tuve que cambiar de rumbo, lo más adecuado ayudar a mi padre los sábados con las chapuzas e incluso hacer algunas por mi cuenta, se gana poco pero lo suficiente para ir de vez en cuando al cine y tener algo de suelto en el bolsillo.

  Muchas tardes las pasaba con mi colega Pencho en su casa.
  Vivía en una antigua granja, ya sin animales, junto a la antigua estación de tren y las cuadras se utilizaban como almacenes y trasteros de todo, en una de ellas nos habilitamos un estupendo cuarto de juegos. Lo que mas nos gustaba era imaginarnos como locutores de radio, grabábamos nuestra emisión en un viejo radio casette con un micrófono y un transistor.  En el transistor buscamos una emisora de música, los cuarenta principales era nuestra favorita, y con el micro junto al diminuto altavoz recogíamos la melodía mientras narramos nuestras dedicatorias y presentaciones.

-buenos días esto es radio roa y estáis escuchando a Julio Iglesias y su ultima canción “soy un semental”

  Lastima que no haya sobrevivido ninguna de estas cintas pues hubiesen sido un documento sonoro estupendo para ambientar nuestras batallitas a los nietos. Aquí nació mi afición por ser pincha discos que me convirtió con el paso de los años en un DJ bastante aceptable, mola eso de utilizar partes de canciones para personalizar la tuya propia.

También nos hicimos con una mesa de pin pon, por supuesto hecha de restos de otras cosas, una diana para practicar con dardos, un tablero de ajedrez, con sus fichas y todo, y nuestro deporte estrella “las canicas” o bolas como se llaman por aquí. Tantas tardes enfrascados en nuestro particular refugio nos dieron como resultado una especial habilidad en estos menesteres que incluso nos permitíamos el lujo de ganar algún campeonato local y arriesgarnos a apostar dinero en competiciones entre pandillas. Unas veces se pierde, otras también, pero de vez en cuando se gana y da gustito.

Otra cosa que consumía nuestro tiempo era la pesca, al principio con un simple sedal y su correspondiente anzuelo lanzado desde los pasamanos de los balnearios y con el tiempo nos hicimos de cañas, arpones y a pescar donde podamos llegar con la bici.

Así transcurrían los días y poco a poco se acercaba la etapa final del colegio, mi ansia de aprender se había disipado y casi me cuesta sacarme el graduado, un cinco pelao y gracias, pero conseguí el titulo.

También fue por entonces que la vida me enfrentó a situaciones dolorosas, hasta ahora todo era felicidad e ignorancia infantil pero en poco tiempo tuve que asumir la muerte de mis abuelas. Siendo más niño también habían fallecido algunos familiares y conocidos de la familia pero no era consciente de ello, simplemente dejaban de estar y prácticamente los olvidada sin darme cuenta, más cuando murió mi abuela materna - mamaica la llamábamos - fue un golpe bajo del destino.
  Yo la quería mucho y como vivíamos cerca nos veíamos a diario, me gustaba mucho ir a jugar a su casa y las veces que estaba enfermo me hacia compañía. Era una mujer maravillosa, viuda desde la guerra tuvo que pasar lo suyo para sacar a sus hijos adelante y no recuerdo ni un solo mal gesto ni regañina de ella a pesar de lo travieso que yo era, en mi memoria perdura su imagen menuda sentada en su mecedora contándonos historias y su costumbre de todos los domingos, sin falta y como si fuese un dogma de fe, nos daba un duro de paga a cada uno de sus nietos.
   El Señor la llamó a su seno un día de Reyes. Como era costumbre entonces se veló el cuerpo presente en su casa y yo, en mi propio miedo por enfrentarme a la muerte, no me atreví a mirar el féretro.

  Poco tiempo después también murió mi abuela paterna, mi yaya. Aunque tenia menos contacto con ella también la quería mucho, cada vez que íbamos a su casa de Roda me daba un duro y cuando ella venia a la nuestra solía dejar igual propina. En esta ocasión no quise tener miedo y portarme como el hombre que casi ya era... en el duelo la contemplé simulando entereza, cuando el tembleque de mis piernas empezó a ser mas que visible me aparté a un rincón solitario y allí llore todo lo que pude llorar.

  Lloré y en cada lágrima se evaporaba una pizca de mi infancia, con cada sollozo crecí un poco y, aunque no fui totalmente consciente de ello en aquel momento, después del entierro deje de ser un niño y mi subconsciente me empujaba a convertirme en alguien de quien otro alguien se sintiese orgulloso.

  Acabó el colegio y con mi certificado de Graduado Escolar se me abrió el horizonte: seguir estudiando o trabajar.

  Continuar estudiando se plantea difícil, mis padres tienen que hacer mucho esfuerzo para costearme el instituto y en vista de mis últimos resultados en el colegio no parece una opción valida.
  Trabajar me gusta pero con catorce años solo puedes ser aprendiz de algo y con la fama que me he labrado con mis gamberradas no hay muchos negocios dispuestos para tomarme como ayudante.

  En estas tesituras ocurrió que unos vendedores de cursos a distancia pasaron por el pueblo e hicieron unas reuniones para padres en el colegio, eran los típicos cursos que en realidad no parecen servir para nada pero a mi me ilusionó. Mi padre muy a regañadientes y con gran esfuerzo pagó los libros y me encontré de pronto aprendiendo a ser mecánico por correspondencia. Parece una estupidez pero esto provocó que mi padrino, que tenia un taller de coches en un pueblo cercano, me tomara como aprendiz en su casa. Así podía ver y tocar lo que los libros enseñaban, estudiar y practicar al mismo tiempo como en las mejores familias.

  Realmente los libros me sirvieron de poco, no terminé de leer ninguno y como los exámenes eran por correo hacia trampas y los aprobé todos. Pero el tiempo que pasé con mi padrino me sirvió de mucho y forjo gran parte de mi carácter a la vez que mantenerme alejado del pueblo hizo que mi mala fama se diluyera y me convirtiera en un muchacho respetable.

Pasé grandes momentos en el taller, pero esos... esos los contaré en otro capitulo



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