viernes, 6 de marzo de 2015

Cucusemi XIV

A aprender se aprende aprendiendo. 

  Capitulo decimocuarto. Cucusemi aprende lo que no está escrito.
 
 
En el taller, aparte de reparaciones, teníamos nuestros propios inventos. No es que diseñáramos algo magistral y novedoso, pero podíamos construir y mejorar cualquier cosa que se nos ocurriera; digo “nos” porque yo participaba al tiempo que aprendía en todos los proyectos: ¿que se necesita un soporte especifico para un trabajo? ¡pues se hace! Que para eso tenemos herramientas e imaginación.

Uno de los “inventos” fue hacer un carro de varas para los ponis, un carro como los antiguos, como el que tuvo mi abuelo, al que no conocí, para hacer portes; hecho a base de los recuerdos de Papá y Padrino y con todos los detalles.

Las ruedas recuperadas de desguace y reparadas a la antigua usanza, madera la que hiciese falta y las ballestas de suspensión recicladas de algún seiscientos que ya no admitía más reparaciones, hasta un viejo artesano del esparto, amigo de la familia, tejió unas esterillas para vestir el interior del carro. Cada elemento se hizo adrede y a escala desde la más pequeña cuña de madera hasta las cinchas y riendas de cuero. Quedó de maravilla y durante muchos años fue la principal atracción de las fiestas del pueblo con Padrino y mis primos ataviados de época y el carruaje bien engalanado para las ocasiones.

Lástima que, de aquella, las fotografías eran caras y escasas las cámaras domesticas por lo que han sobrevivido pocos recuerdos gráficos. Pero aún lo recuerdo bien: Padrino con su traje oscuro de los domingos y sombrero sentado en la vara manejando las riendas y el carro lleno de niños disfrutando del paseo, Luna entre las perchas y Lucero, orgulloso, delante mostrando su porte y sintiéndose protagonista con sus cabezales ornados de cascabeles y claveles y las crines trenzadas con lazos de colores, todo un espectáculo y un regalo para los privilegiados ojos de los asistentes.

Otra especialidad de la casa era cambiar los motores de gasolina por diésel; tiempos difíciles donde todo ahorro era poco y muchos vecinos adquirían motores diésel Perkins de segunda mano y se lo sustituíamos por el de gasolina que llevara el coche, sobre todo en los SEAT 1430 y 124 que se adaptaban muy bien o los 1500 donde incluso cambiamos la caja de cambios para poner palanca en el centro ya que muchos de estos modelos traían el cambio en el volante y a muchos les parecía anticuado.

Padrino también compraba algunas veces algún coche listo para desguace a precio de chatarra que tuviese la documentación en regla, se desmontaba entero y se reparaba hasta dejarlo casi nuevo aprovechando los momentos de poco trabajo en el taller, una vez montado se vendía a buen precio. Cuarenta años después vino una moda parecida de América así que podemos considerarnos pioneros del tuning y el vintage, que dicho así parece más estupendo.

Esto me gustaba mucho ya que en el desmontaje me dejaban solo (total si rompía algo se iba a notar poco) y no había prisa, por lo que podía entretenerme más de la cuenta y aplicar mi ingenio cuando fuese preciso. 
 
El ultimo de estos en el que trabajé fue un dos caballos. Un vetusto y destartalado citroen dos caballos (por cierto en contra de lo que mucha gente cree no se llama así por su potencia si no porque cuando empezaron a fabricarlo, después de la segunda guerra mundial, se comercializó con el eslogan que hacia el mismo trabajo de dos caballos y costaba mucho menos) como decía, un amasijo de oxido lleno de mugre y barro de siete mil caminos. Padrino lo compró por siete mil pesetas, poco más de mi sueldo semanal, se quedó en un rincón del taller y poco a poco, sin prisa pero sin pausa, se desmontó hasta la ultima pieza y después se volvió a montar hasta dejarlo como nuevo; una buena capa de pintura al estilo charlestón y fue el coche de casa hasta que le salió un buen comprador.

Lunes, martes...viernes y llegaba el sábado, este día casi lo dedicaba a lavar coches: una buena cepillada y bayeta húmeda a todo el interior; por fuera manguera y esponja con jabón liquido, un buen aclarado, secado con la balleta de piel y listo. Veinte duros, propina aparte.

Que buen invento el de la propina, sobre todo cuando te la dan a ti. Las propinas del lavadero las repartíamos a partes iguales entre los aprendices y mi prima y ese dinero lo usaba para mis caprichos, normalmente algún tebeo que compraba en el quiosco de la plaza mientras esperaba al autobús los sábados al medio día: Rahan el hijo de los albores del tiempo, Pif y Hércules con su juguete de regalo que luego servia para poco, algunas aventuras Mickey mouse con Donald y sus sobrinitos que después se convertirían en los jóvenes castores o del tío Gilito y los apandadores que nunca conseguían robarle un centavo. Algo de suelto sobraba para convidarme el domingo en el pueblo con los amigos en la cafetería Granyena mientras hacíamos unas partidas de cartas, ajedrez o un billar de los de carambolas.

Cuando hacia buen tiempo en vez del autobús me iba en bicicleta. Incluso llegue a tener una moto para desplazarme, una rieju de 49 cc que compró Papá por cinco mil pesetas pero tan pasada de kilómetros que me aportó más experiencias como mecánico que paseos. 
 

Pasaban los días y pasa este capitulo así que, queridos lectores tened paciencia que pronto volverán mis aventuras.

martes, 11 de noviembre de 2014

el cuento de nunca jamas (debió ocurrir)

... para quien no lo entienda he dibujado un plano.

   Se trata de un carro tirado por dos borricos, para que el carro avance las dos bestias deben tirar en el sentido de la flecha, es decir "adelante".

   Si el burrito de la derecha va hacia la derecha y el de la izquierda hacia su propio lado los vectores de fuerza se anulan y el carro además de no avanzar se puede romper. 

Cuando el terreno es llano o con ligera pendiente descendente es bueno que descanse alguno de los jamelgos, entonces se le desengancha de la vara y se amarra atras. Es necesario relevar en estos puestos  a ambos burrillos para que no se canse uno más que el otro. Hay que tener especial cuidado en este caso pues el burro que queda solo suele tener tendencia a desviarse hacia su lado y si no le corregimos a tiempo tomará el camino incorrecto.

   Si el camino se vuelve cuesta arriba se ponen los dos rocines a la par y si es necesario los  pasajeros más fuertes se bajan y ayudan empujando; los menos capacitados para ayudar deben colaborar distribuyendo su peso en el carro para mantener el equilibrio. No hay que dejar que el más débil empuje pues por mucho afán que ponga lo más seguro es que entorpezca  y nos retrase en el camino.

   Y por fin una vez llegado a nuestro destino dejar retozar a los borricos un poco entre la hierba fresca mientras los ocupantes nos encargamos de preparar el carro para el siguiente viaje.

   Y así termina o, mejor dicho, queda en pausa este cuento metáfora y la moraleja que la encuentre cada uno según sea carro, borrico o pasajero... 

lunes, 9 de junio de 2014

una charla con el señor Donhoyo

Es mi pueblo, y como todos los pueblos tiene su encanto.
Es mi calle, una calle de pueblo con sus más y sus menos y tan encantadora como lo somos los vecinos.
Mi calle esta plagada de personajes singulares a los que todos tenemos un gran respeto y cariño, quizá sea yo uno de ellos sin darme cuenta pero como soy quien narra la historia diré que los peculiares son los demás.

Uno de estos personajes tan querido es Donhoyo, para los más allegados "el tío Cachobache" aunque algunos, con algo de sorna le llaman "don socavón", seguramente por su carácter bonachón.

Conocí a Donhoyo al poco de mudarme a este barrio, el primer encuentro fue algo desastroso para mi ya que terminé con un esquince de tobillo, situación que a menudo recordamos juntos con una sonrisa y bromeando sobre el incidente. Esta tarde, sin ir más lejos, estuvimos departiendo un buen rato al fresquito de la suave brisa de levante.

Donoyo- ¡Hombre make! ¿como va todo?

yo-  todo bien Don...Si no entramos en detalles todo va bien.

Donoyo- tu siempre tan gracioso.

Yo- parece que mejora el tiempo, dice la tele que el verano ya está aquí.

Donhoyo- no te fíes de la tele, solo aciertan de Madrid "parriba". De todas formas ya está bien que venga algo de calor que con la humedad de la noche me lleno de agua y ya no está uno pa estos trotes.

Yo- el otro día coincidí con el alcalde en una fiesta y me dijo que te van a cubrir con una capa nueva de asfalto, así sufrirás menos humedades.

Donhoyo- ¿El alcalde? cinco alcaldes he conocido yo y todos me han dicho lo mismo, pero a la hora de la verdad el asfalto siempre se va a calles mas céntricas. Además ¿si me cubren quien va a recoger el agua para que los gorriones se den su baño matinal? ¿acaso van a ponerles a los pajarillos una piscina municipal?

Yo- ya, pero  te haces mayor y necesitas un arreglo ¿no crees?

Donhoyo- ¡no me recuerdes que soy viejo leñe! que aun tengo fuerzas para hacerte otro esquince. 

Yo- no te enfades Don, si solo me alegro por que te cuiden, sabes que te aprecio.

Donhoyo- ya lo se, no creas que no me doy cuenta de como aparcas con cuidado de no pisarme y te lo agradezco ¡no como los jóvenes que vienen sin mirar como si toda la calle fuese suya y me dan cada viaje con las llantas! Escucha, el otro día paso un nene a "to trapo" y casi le reviento la rueda, se me escapó por los pelos.

Yo- no seas borde ¿acaso no fuiste joven y también eras imprudente?

Donhoyo- joven... joven y más gamberro que todos los de ahora juntos pero siempre he respetado a los demás, sobre todo si eran mayores que yo ¿ahora? ahora te pisan y casi tienes que pedir perdón tu.

Tienes mucha razón -pensé y murmuré- y con desganado gesto y un hasta luego seguí con mis quehaceres y dejé a Don jugando con uno de los muchos gatitos callejeros  que pululan por la calle, mi calle de mi pueblo, tan encantadora como los personajes que en ella vivimos.

domingo, 23 de febrero de 2014

Cucusemi XIII

Una puesta en situación.

 Capitulo decimotercero: así era el taller y la vida de Cucusemi en él.


Ya había estado otras veces en el taller de mi padrino pero no fui consciente de sus dimensiones y peculiaridades hasta que fui a vivir allí.

Parecía – y seguro que fue así- la unión de varias casas viejas que daban a tres calles. Una parte se destinaba a vivienda: a un lado tres dormitorios y un salón comedor, a continuación una pequeña cocina con una escalera que subía a otra habitación en la terraza, desde aquí se pasaba por una puerta a un patio donde estaba el baño y al taller en sí; por otra puerta un poco más a la derecha se pasaba a un recibidor que tenia acceso de la calle y que hacia las veces de sala de estar, desde el recibidor se accedía a otro dormitorio que era el que ocupábamos mi primo y yo.

    La parte del taller se correspondía con los patios de las casas que se hallaban cubiertos con una estructura de vigas de hierro y chapas de uralita y dividido en dos secciones, la primera -vista desde la casa- donde se podía meter hasta una furgoneta grande era el lavadero, allí se lavaban los coches a mano, trabajo que solía realizar mi prima o los aprendices que estábamos en el taller.

   La otra sección era el taller de reparaciones y -bien aparcados- se podían meter hasta seis turismos sin mucha complicación, cada zona tenia su propia puerta a la calle y se podía pasar de una a otra conduciendo sin necesidad de ser un virtuoso del volante.

   A continuación otro patio y la parte más divertida del lugar: con rejilla metálica se había montado una jaula enorme, casi del tamaño de uno de los dormitorios, en el centro una fuente de agua y un limonero y  ocupando su propio espacio muchos pájaros: tropicales mandarines, periquitos, canarios, una cacatúa blanca con muy mala leche, una pareja de faisanes, otro par de gallinas cluecas, algunas tórtolas y seguro que olvido alguno.

   Cerrando el solar una cuadra con varias jaulas para conejos y mis favoritos: los ponis Luna y Lucero de los que contaré algo más adelante.

   El taller tenia prácticamente todo lo necesario para cualquier reparación sobre un vehículo: desde el foso para trabajos desde abajo –Padrino contaba con orgullo como lo habían escabado a pico y pala- a herramientas que yo entonces desconocía pero que no tardé en aprender su manejo, desde soldadores eléctricos y autógenos a diferentes ingenios hidráulicos que hacían el trabajo algo más divertido y cómodo.

Ya el primer día Padrino me hizo encargo del uso de una de las herramientas más importantes.

      - Hay dos herramientas que no pueden faltar nunca
        en ningún taller -decía- y son: la escoba y el martillo.

   Como martillos hay muchos y cada uno es para una cosa lo mejor es empezar por la escoba porque, aunque hay varios modelos, todas se manipulan igual.

   Y así comencé mi vida como mecánico mirando, barriendo, limpiando piezas y recogiendo herramientas tras cada trabajo.

En pocos días ya colaboraba en los desmontajes bajo la atenta mirada de mi primo y de Padrino, al principio me decían:

     - quítate este tornillo este otro y aquel de más atrás.

   Y allá iba yo con toda la ilusión probando una llave tras otra hasta que mi ojo se hizo experto en calcular el tamaño justo de cada tuerca. Poco después ya era:

     - quítate esta pieza y aquella.

   En pocos meses ya era todo un buen aprendiz y ya la cosa molaba más:

     - al seiscientos del Pepenicos, empieza a sacarle el motor.

   Así pasaban los días, entre los seat 124 y 1430, los seiscientos, los renault 4 latas, citroen 2 caballos y diane 6 y tantos coches de la época.  

   Padrino se levantaba temprano, antes de las siete, y atendía a los animales. Sobre las ocho la tita Fina nos despertaba a los demás con el desayuno ya preparado: café, leche, galletas, bizcocho, pan... había que coger fuerzas para empezar el día con alegría y la tita era una experta en ello.

   Supervitaminados y supermineralizados a base de bien como decía el superratón empezábamos la jornada. En primer lugar hacer sitio para trabajar sacando a la calle algunos coches, ya que por la noche se guardaban dentro todos los posibles -dicen que el tetris lo invento un ruso pero seguro que se inspiró en la forma de guardar los autos en el taller, no quedaba ni un solo centímetro desaprovechado- seguíamos a continuación cada uno a su tajo y a reparar lo reparable. A media mañana parada para el almuerzo, en plan “señor” a mesa puesta y con viandas para coger fuerzas, lo mismo un filete a la plancha acompañado de embutidos variados que un buen bocadillo de dos palmos bien cargadito por dentro, mis favoritos: el de mejillones con chocolate y el de morcilla de cebolla. De acompañamiento una cerveza o un buen vaso de vino.

   Que buen vino tenia Padrino, lo compraba a granel y lo guardaba en un barril de madera de unas dos arrobas, entre consume y rellena el barrilico crío una madre que dejaba el vino digno de la mejor mesa, que era por supuesto la de la tita Fina.

   Vuelta al trabajo, otra parada para comer, una hora de siesta y seguir el ritmo hasta poco antes de la cena. Después de cenar cada uno a su tarea particular, mis primos a atender a sus respectivos novios, yo a estudiar, Padrino a atender a los animales y aún quedaba tiempo antes de irnos a la cama para ver la televisión o echar unas manos a las cartas entre nosotros y algunos vecinos que venían adrede para la partida, ya fuera al chinchón o al subastao. A duro la mano y peseta el reenganche se hacia la hora de dormir.

   Esta era la rutina desde el lunes por la mañana que tomaba el autobús para ir al taller hasta el sábado a medio día que volvía a casa a pasar el fin de semana.
   Antes de ir a coger el bus Padrino me daba cinco mil pesetas, el bolsillo me ardía hasta llegar a casa y dárselas a mama y yo me sentía más hombre todavía: tengo un oficio y aporto dinero a casa ya solo me falta mejorar para dejar de ser aprendiz y convertirme en un mecánico de verdad.

   Mi vida en el taller pronto se lleno de anécdotas divertidas, unas más que otras, y me enseñó a desenvolverme entre dificultades, raro el día que no hubo que improvisar algún apaño o herramienta para solucionar una reparación.
   
   
   Pero eso queridos lectores, como ya sabéis, corresponde a futuros capítulos.



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sábado, 30 de noviembre de 2013

una tarta para ponerse guarro en el postre

Para quien es goloso, si además es divertido se disfruta el doble.

Vimos algo parecido por internet y enseguida Mari Paz se puso manos a la masa para hacer esta tarta, muy adecuada para un cumpleaños.

base de la tarta

 Se trata de una tarta de galletas y chocolate, lo típico: capas sucesivas y alternadas de galletas mojadas en leche y chocolate fundido hasta conseguir el espesor deseado.
Lo divertido es el acabado final simulando una piscina de cerditos disfrutando en su charca ajenos a las miradas de quienes los van a devorar en un pis-pas.

tarta terminada a falta de los detalles
 Para que parezca un barreño se hace la tarta redonda y se cubre el perímetro con chocolatinas antes que el chocolate se enfríe del todo y se sujetan con una cinta hasta que se enfrían y mantienen su postura. No conviene que el chocolate esté muy caliente al poner las chocolatinas pues se derriten estropeando el resultado final, lo mejor es hacer la tarta y al darle la ultima capa de chocolate estar atento para ponerlas y se queden pegadas.


detalle de la decoración
Para los cerditos se puede usar pasta de repostería  o, como hicimos nosotros, nubes de golosina; se calienta unos segundos en el microondas y queda maleable, se le añade azúcar glass y se moldean, después con pintura comestible o colorantes alimentarios se les dan los retoques necesarios. Se hacen por separado las cabezas, las barrigas, culetes y las manitas.

Ya solo queda dejar las figuras sobre la tarta con un poquito de gracia, presentar en la mesa y comerla con avidez...
resultado final

... que aproveche.

domingo, 10 de noviembre de 2013

tarta de pañales

 Un bonito y practico regalo para ese bebé que ha llegado.

La llegada de un bebé es motivo de alegría para la familia y los amigos, todos deseamos aportar un regalo a este diminuto ser que llenará nuestras vidas. Hay regalos típicos para este evento, yo propongo una forma de regalar lo de siempre pero de forma diferente. Una tarta o castillo hecha con pañales y elementos variados para bebés.




Hacer una tarta de pañales es fácil, no se necesita ninguna habilidad especial, solamente un poco de paciencia y comprar los ingredientes necesarios: unos 60 pañales, algunos frascos de productos de higiene, baberos, chupetes, ropa, biberones... hasta donde llegue nuestro presupuesto.

En primer lugar necesitamos un cartón fuerte para hacer la base que a la vez nos sirve de bandeja para luego poder trasportarla sin problemas, lo forramos con papel de regalo para que quede curioso y ya tenemos el soporte. Sobre este iremos montando los pañales por pisos. Montando en forma de pirámide queda muy espectacular.

Los pañales los vamos uniendo en grupos de dos o tres con una goma elástica y un poco de cinta de regalo para formar los "ladrillos" y vamos formando cada piso de la tarta, cada vez que formamos un piso lo sujetamos con una vuelta de cinta para que no se desmorone.

Entre medias de los ladrillos de pañales podemos ir intercalando productos típicos de la ocasión como colonias, ropitas, peluches, etc, lo que le da más valor al regalo. 


Una bonita tarjeta de felicitación para los padres de la criatura y un envoltorio trasparente con unos lazos y a asombrar a todos con el regalo, espectacular a la vista y practico para quien lo recibe.

Bueno, ya no tenéis escusa para quedar bien y por poco dinero.


jueves, 19 de septiembre de 2013

Si yo fuese presidente

...si yo fuese presidente, pero presidente de verdad del gobierno y tuviese o tuviera la capacidad de hacer la que debe hacer un presidente de gobierno...


"si yo fuese presidente, obligaría a mis diputados a votar una ley que metiera a los corruptos en la cárcel.

Si los corruptos fuesen a las cárceles, estas estarían pronto saturadas.

Si las cárceles estuviesen saturadas, habría que soltar a otros presos para hacer sitio.

Si hubiese que soltar presos, pronto las mafias sobornarían a los jueces para sacar a sus amigos.

Si los jueces se dejaran sobornar, irían a la cárcel por corruptos.

Si los jueces fuesen a la cárcel, no habría quien impusiera la ley.

Si no hubiese quien imponga ley, reinaría la anarquía.

Con la anarquía vendría el caos social.

Contra el caos social tendría que dictar nuevas leyes.

Las nuevas leyes no se podrían aprobar porque la mayoría de políticos estarían en la cárcel provocando inestabilidad de gobierno.

La inestabilidad provocaria revueltas y hasta un golpe de estado.

Un golpe de estado devendría en guerra y miseria.

Si hubiese guerra tendría que irme a otro país para sobrevivir dejando atrás mi casa y muchos amigos."


Así que como me gusta el barrio donde vivo y aprecio mucho a mis amigos, mejor no me meto en política y que sea presidente otro. Me dedicaré a criticar a los que mandan que para eso cobran y a hacerme viejo despacito disfrutando de mi familia y mis amigos.


domingo, 30 de junio de 2013

Cucuseni XII

Cucusemi coge su mochila y se lanza al mundo mundial.


Capitulo décimo segundo:... y final de la infancia.


No recuerdo que día fue, pero si que era lunes. En una pequeña bolsa de deportes llevaba lo necesario para enfrentarme a mi nueva etapa: un par de calzoncillos, otro de camisetas, algunos pañuelos moqueros de tela, un mono de trabajo que me había comprado mi madre y dos tabletas de chocolate.

Lo de las pastillas de chocolate es una historia divertida que debí haber contado antes.

 Resulta que por aquella época una marca de chocolates regalaba con cada tableta una pieza de vajilla, al abrir el envoltorio te ponía el premio, unas veces plato llano, otras taza de café y así poco a poco mamá consiguió un enorme ajuar domestico con toda clase y tamaños de vasos, fuentes, platos, etc.…

En contrapartida casi todos hemos terminado con animadversión hacia los dulces ya que comíamos chocolate en grandes cantidades y sin mesura. Mi favorito era el bocadillo de mejillones de lata con chocolate: una onza dentro de cada mejillón y bien distribuidos sobre el pan sin dejar huecos.

Como estaba diciendo, ese lunes, con lo puesto y mi mochila emprendí camino hacia el taller de mi padrino. En solitario, como un hombre, en el autobús y con el dinero justo para pagar el billete y comprar alguna golosina para el camino.

En aquel momento no pensaba en lo que dejaba atrás, solo tenia ilusión por iniciar mi etapa con afán de independencia.

Quizás debieran pasar imágenes por mi mente, como una película de mi vida pasando a toda velocidad, para marcar el punto de no retorno, pero no fue así.

En la parada de bus esperé pacientemente a que llegara con el acostumbrado retraso el viejo “costa azul” que hacía el trayecto desde Alicante a Cartagena. Subí a él, pague el billete al revisor -25 pesetas creo recordar- y me senté lo más atrás que pude para poder estar cerca de la puerta de salida, como hacíamos la pandilla cuando íbamos a los cines de la ciudad portuaria.

Dije buenos días al resto del pasaje conforme avanzaba buscando asiento, nadie respondió, en el autobús todos van juntos en solitario y pensando en sus cosas, cuando no medio dormidos, y como mucho contestaban con un ligero movimiento de cabeza. No sabias si te respondían o es que tenían un tic nervioso.

Por la ventanilla observé por enésima vez los campos que ya conocía he hice mentalmente el recorrido desde el centro del pueblo donde antes estaba el solar conocido popularmente como la cerca –ahora ayuntamiento – carretera general adelante pasando la curva de la base, a continuación el Miramar y la gasolinera, poco más allá el camping Cartagonova, después la torre del negro y la venta San José, el tramo de carretera bordeado de pinos y campos de labranza y ya se veía la torre de la iglesia de El Algar a cuya espalda estaba la parada de bus donde debía bajarme.

   -¡nene, despierta que esta es tu parada!

Menos mal que me avisó el revisor, si no hubiese llegado hasta el final del recorrido y encima hubiese tenido que pagar la diferencia de precio dejándome el bolsillo aún más exiguo.

La parada estaba en la plaza del pueblo, en realidad no sé porqué le llaman a este paraje la Plaza, el terreno es amplio pero es todo carretera, un intrincado cruce de caminos sin más recorrido peatonal que las estrechas aceras de los edificios. Cada cual puede llamar los espacios de su pueblo como quiera que para eso es suyo y si los vecinos lo llaman plaza que así sea.

Desde aquí al taller una buena caminata de casi dos kilómetros, vista al frente mochila al hombro y andando que es gerundio. Hasta las Lomas, un barrio a las afueras que por entonces tenía tan pocas casas que no sé si se consideraría un verdadero vecindario. Es curioso, casi todos los pueblos de por aquí tienen una barriada en los limites que se llama “las Lomas” no se si por la escasa elevación de terreno o por estar distante del pueblo de turno.

     -buenos días, ya estoy aquí.
     -¡hombre!, no te has perdido…

Abrazos, besos y jolgorio general. Que si ya soy todo un hombrecito, que si estoy muy flaco, que si van a hacer de mí un gran mecánico; lo típico en estos casos suponiendo que no sea yo un caso único.

Entre el viaje, que no duró mas de veinte minutos, la caminata y la recepción se hizo la hora de comer y en esta situación me di cuenta que mi vida había dado un giro transcendental.

En primer lugar porque la hora de comer aquí era algo grandioso en cuanto a la mesa puesta. Yo estaba acostumbrado a comer lo justo y deprisa para poder seguir jugando, en casa de mi padrino se comía en cantidad para coger fuerzas y seguir trabajando, de ello se encargaba mi tía Fina. Oronda señora de origen valenciano que al verme tan flaco, según ella, puso empeño en hacer de mí un hombre, por lo menos en lo que a tamaño y cuerpo se refiere.

 - El plato bien cargado que tienes que crecer y ¡no se te ocurra dejar nada!
 
 Entre los buenos platos de comida y cena, bocadillos para almorzar y merendar, bien grandes y cargados, y algún picoteo entre medias consiguió, en poco tiempo, que necesitase ropa de talla más holgada.

La vida en el taller aumentó mi tamaño corporal y mis ansias por aprender, a “capar se aprende capando”, decía mi padrino y con paciencia infinita soportó mis errores corrigiéndome en lo necesario hasta casi convertirme en un buen mecánico. Tengo muchos y muy  buenos recuerdos de aquellos años que pienso contarles, pero eso sera en el próximo capitulo.





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lunes, 18 de febrero de 2013

corazones de huevo

Hay veces que queremos hacer algo especial en la cocina, algún detalle curioso y original o que motive un plato por cualquier circunstancia.


Esto lo vi en uno de los muchos correos que circulan por la red y me gustó la idea. Para el día de los enamorados lo puse en practica, me quedó así de bonito y como lo bueno y lo elegante hay que compartirlo os explico en pocos pasos como lo hice. Para quien se quiera entretener y sorprender a alguien especial.

resultado final
                                 
Lo primero es fabricarnos un molde para dar forma a los huevos (porque se trata de huevos cocidos). 
Se necesitan dos tiras de cartón fuerte, también vale madera de contrachapado o como en mi caso plástico, la cuestión es que sean lo suficientemente rígidas como para darle forma al huevo y no al revés. No he calculado la medida idónea pero estas son de 5x15 cm y me han ido de maravilla para huevos de talla M.
                                 
  
molde
                                    

 Por higiene se forran con papel de cocina, después se sujetan con cinta adhesiva por uno de sus lados para que parezca un libro.
Ya tenemos el molde, ahora hay que cocer los huevos, como se trata de adornar basta con uno o dos, quien quiera meterse media docena es libre de hacerlo pero despues que no me culpe a mí.


este es el truco

 Con los huevos cocidos y aún calientes, se pelan  y se colocan en el molde y con un palito y unas gomas elásticas se coloca como se ve en la imagen. Yo he usado un palillo de comida china pero vale cualquier otra cosa que este limpia (que estamos con cosas de comer).

Se deja enfriar y obtenemos un huevo un tanto amorfo que cortado en rodajas nos dará los corazones que buscamos.

huevo listo para ser loncheado


 Se tarda más en explicarlo que en hacerlo y puesto sobre otros ingredientes que resalten queda perfecto. 
...ya no tenéis escusa para renunciar a un plato de alta cocina...








sábado, 16 de febrero de 2013

Cucusemi XI

Acontecimientos del final del colegio, otro retroceso en la linea del tiempo

Capitulo decimoprimero: de las cosas y sucesos que cambiarán la historia



Un par de años antes del final del colegio sucedió, los periódicos y la radio lo estaban diciendo. Los niños, ajenos a ello, fuimos al cole como un día cualquiera pero se respiraba un ambiente raro.
No recuerdo haber visto a nadie por el camino, no es que la calle estuviese concurrida normalmente a esas horas pero el pueblo despertaba y era normal ver a los vecinos iniciando el día. Llegamos al centro y formamos la fila como siempre pero no había ningún profesor a la vista.


  - ¿Qué pasa hoy? ¿Será que van a hacer la huelga de la que tanto se oye por los pasillos?

De pronto salió un maestro, “el fotes” –le llamábamos así porque tenia un gran bigote, originales que éramos.

   -niños… Franco ha muerto, id a casa y ya avisaremos cuando
    tenéis que volver.

No fuimos conscientes de la gravedad de la noticia ni de las posibles implicaciones que pudiese traer pero una cosa si teníamos clara: ¡no hay cole! y eso es como unas vacaciones que no por inesperadas hay que dejarlas correr.

A partir de aquel día las cosas fueron cambiando, al principio se notaba el miedo en los mayores, la palabra guerra se susurraba junto a la de huelga, por suerte todo fue bien.

En un par de días vimos por la tele como el Príncipe Juan Carlos era proclamado Rey. Como en el pueblo era bastante conocido por casi todos nos alegramos mucho. Siendo príncipe venia a menudo a la base aérea de San Javier y muchas veces nos llevaban a los niños a darle la bienvenida. Todos en fila en la acera cubriendo el recorrido por donde iba a pasar el coche oficial con banderitas de cartulina hechas en clase con toda la ilusión que podíamos poner en ser protagonistas de aquel evento.

Otras veces se le veía por el pueblo paseando de incógnito con algún compañero de la academia, lo de incógnito es un decir ya que un tío tan alto y famoso en un pueblo de poco más de mil habitantes no pasa desapercibido ni en la oscuridad de la noche, de hecho es raro el negocio que por aquella época estuviese abierto que no tenga una foto del dueño junto a tan noble y simpático personaje.

Aquel año los españoles pasamos página y se notaba en la prensa, en la música y en la actitud de las gentes. No fue un cambio radical pero se respiraban aires de libertad y todos querían llenarse los pulmones de esta fragancia.

Terminado el luto oficial, retomamos las clases y los maestros entre lección y lección nos hablaban de democracia, de elecciones, de sindicatos, de partidos políticos… eso sí, primero comprobaban de reojo que no hubiese nadie tras las ventanas pues una cosa es oler el cambio y otra pillarte los dedos antes de tiempo.

Seguramente no tiene nada que ver pero también a partir de entonces empezaron a verse más maquinas tragaperras y de marcianos en los bares. Antes solo se veían algún futbolín o maquina de millón, si el local era amplio podía tener hasta una mesa de billar de los de carambola que el de agujeros llegó más tarde, para ver maquinas de estas tenias que ir al único salón recreativo que teníamos en el pueblo o irte a pueblos cercanos mas grandes.

Triste vicio, que me atrapó, el de gastar monedas pensando ser mas listo que el que inventó la maquina. Muchas monedas también malgastadas en matar marcianitos virtuales pero es lo que tocaba entonces y de alguna forma me desarrollaba la destreza en los dedos y los reflejos en la vista.

Cuando mi capacidad de ganarme un dinerito estuvo por debajo de la de gastarlo hube de ingeniármelas para hacer las trampas necesarias.

Hacer una ranura en el canto de una moneda para pasarle un hilo y poder recuperarla era fácil pero muchas veces se rompía el hilo y los dueños de las maquinas se dieron cuenta del truco y aumentaron la vigilancia por lo que pronto tuve que cambiar de táctica.
Otra cosa que funcionó bien fue el de rodear las monedas de duro con un alambre de cobre, cambiaba el tamaño y peso y contaba en la maquina como de cinco duros.
 El timo era evidente al abrir la caja de la maquina y llego el momento que estaba tan vigilado que ni con monedas buenas podía jugar a gusto y poco a poco perdí la oportunidad y la ilusión por jugar a las maquinas, a lo mejor esto me salvó de ser un ludópata perdido.

Otra cosa que empezó a ponerse de moda fueron las fiestas del colegio: por fin de curso, por navidad, carnaval, cada vez había más excusas. Cada alumno aportaba algo de comida y bebida, los profes ponían un tocadiscos, algunos vinilos y organizábamos una verbena estudiantil con concursos de baile incluidos. Incluso algún espabilado se hacia con cigarrillos y alguna botella de ginebra. Elementos que en manos de mentes inquietas y adolescentes con ansia de vivir nos proporcionaron la entrada en el mundo de los vicios socialmente aceptados de aquella época.

Así entre búfalos sin boquilla, cubalibres, bailando el bimbó, susurrando canciones de Nino Bravo y expulsando feromonas por todos los poros aprendimos las ultimas lecciones de la educación básica convirtiéndonos en maquinas humanas devoradoras de futuro, fuimos la generación que no conoció la posguerra y empezamos a vivir la libertad antes de que llegara, como decía la canción de los rolling, pese a no entender la letra, no estábamos satisfechos y necesitábamos más.

Recuerdo especialmente aquellos días del final del colegio porque fueron días de “mi primera vez”: la primera vez que fumé, la primera que bebí alcohol en cantidad considerable, mi primer baile “agarrao”, por primera vez una chica me abofeteo por tocarle el culo, la primera que fui a un bar con los amigos y con aire de suficiencia pedimos una “caña de almendras con una tapa de cerveza”, también fue la primera vez que busque un trabajo por mi cuenta.

   - hola, me llamo Cucusemi y quiero trabajar aquí por las tardes y los sábados.

   - vale, habla con Paco el encargao y ponte al tajo.

Se trataba de coger algodón a destajo, a siete pesetas el kilo, sin asegurar, en un campo cercano un poco más allá del antiguo apeadero del tren. En realidad tanto el dueño como el encargado ya me conocían, pues ya había estado allí ayudando a mamá otras veces pero en esta ocasión fui por mi cuenta y riesgo. Un zagal flaco, que no alcanzaba el metro y medio de altura jugando a ser mayor... y allí estaba, con un medio saco atado a la cintura dejándome la piel de las manos recolectando copos de algodón, llevándome broncas del Paco por no seguir el ritmo de los demás y sufriendo lo indecible para mover los sacos grandes que teníamos que llenar.
La cosa consistía en lo siguiente: recoger el algodón maduro en un saquete pequeño que llevaba como si fuese un delantal, este saquete se vaciaba en otro saco mas grande que casi tenia mi altura y  estaba al borde del tajo, cuando este se llenaba había que llevarlo hasta el puesto de pesaje que está cada vez mas lejos según avanzas y vaciarlo en otro aun mayor que era el que se pesaba y se cargaba en el camión. En la recolección trabajaban los niños, las mujeres y los novatos como yo, en el pesado y carga de camiones los hombres y adolescentes con fuerza suficiente.

No parece gran cosa pero este trabajo me dio fuerza en los brazos y ganas de buscar otra cosa menos cargante para mis flacos  huesos.

- Cucusemi –pensé- si no quieres acabar encorvado, pobre y envejecido, antes de tiempo, tienes que espabilar.


Lo malo es que ya me he acostumbrado a no estudiar así que la solución tendrá que venir por buscar un trabajo mas relajado y a ser posible mas estable, que no dependa de una buena temporada de buen clima para poder ganar unos duros.
La primera vez que pensé con un poco de sensatez. Y la primera vez que mis decisiones me marcaron el camino a seguir sin tener que volver la vista atrás ni arrepentirme, para lo bueno y lo malo.

Lo bueno y lo malo de la vida van siempre de la mano y te siguen a todas partes, muy de cerca, puedes coger lo que quieras de ellos pero con una sola condición: lo que tomes es para ti y no se puede devolver.

En estas cabalas andaba, iba siendo hora de dejar atrás muchas cosas; ya no es momento de jugar a vaqueros ni de seguir los pasos de pipi calzarlargas, es el pago de la felicidad, debo dejar atrás mi infancia y el primer paso será en el taller de mi padrino.

Pero esto, como ya dije antes, sera en otro capitulo



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viernes, 4 de enero de 2013

Cucusemi x

Las andanzas de Cucusemi


Capitulo décimo: del final de la infancia, o de la inocencia infantil


Ya estamos en el nuevo colegio “Bienvenido Conejero”. Con sus cuatro aulas nuevecitas, su sala de profesores –que algunas veces usábamos los alumnos para reuniones y trabajos de equipo- y una gran explanada ya que estaba abierto al campo y rodeado de solares donde podíamos jugar al fútbol o correr sin estorbarnos unos a otros.


  Desde la fachada del edificio hasta la antigua vía teníamos todo un universo de tierra batida y aplanada por nuestros propios zapatos en el recreo diario. Al otro lado de la vetusta línea férrea campos de cultivo bordeados por hinojos y matorrales diversos, idóneos para situar entre ellos cepos para cazar pájaros, ya conté en otra ocasión que estos nos servían de merienda y nos sacábamos unas pelas vendiéndoselos a los bares.

  Época feliz para la edad que teníamos, ajenos a una España que estaba a punto de dejar atrás la dictadura de posguerra no hacíamos mucho caso a los susurros de los adultos, entre rincones sonaban palabras desconocidas para nosotros como: huelga, democracia, cargas de los grises…

  En la tele nos acompañaban los sábados las aventuras de Heidi y el gran viaje de Marco con su mono Amedio recorriendo el mundo en busca de su mamá.
Aún recuerdo el día que al poner la televisión para ver el episodio de Heidi, en lugar de mi serie favorita había un concierto de música clásica, pero ¿Qué ocurre? ¿No voy a poder disfrutar hoy?

  El caso es que la banda terrorista eta había matado al presidente del gobierno, el Almirante Carrero Blanco, el país estaba de luto y las emisiones de programas de radio y televisión estaban suspendidas. Por suerte al sábado siguiente repitieron el capitulo y pudimos seguir con normalidad la historia.

  Mis andanzas diarias ya tenían visos de aventura, teniendo claro que me obligarían a repetir un curso, independientemente de las notas que sacara, decidí no poner trabas a la situación y dedicarme a disfrutar la vida un poco, con mi nueva bici hecha de retales comencé a explorar cada vez más lejos, al principio por el pueblo y si el tiempo acompañaba, y había luz de día, hasta los pueblos cercanos. De paso me colaba en alguna casa vacía para jugar a ser un gran ladrón como los de las pelis, no hay cerradura, ventana o tapia que se resista a mi ingenio y destreza. Era divertido pero tenía un inconveniente: en las casas vacías no hay nada que robar y encima mi bici me delata por estar en las cercanías. Terminé más de una vez pringado, sin ningún beneficio y encima con mala fama; que en tal sitio han entrado y han destrozado cristales y muebles la culpa de Cucusemi, como le dije en su momento al guardia civil: oiga que yo tengo mi orgullo y puedo entrar y salir sin romper nada. Pero no me creían y al final terminaba pagando yo el pato, bueno pagar pagaba mi padre y a mí me dejaban con algunos tirones de oreja y más de un azote con el cinturón.

  Esto no iba bien y tuve que cambiar de rumbo, lo más adecuado ayudar a mi padre los sábados con las chapuzas e incluso hacer algunas por mi cuenta, se gana poco pero lo suficiente para ir de vez en cuando al cine y tener algo de suelto en el bolsillo.

  Muchas tardes las pasaba con mi colega Pencho en su casa.
  Vivía en una antigua granja, ya sin animales, junto a la antigua estación de tren y las cuadras se utilizaban como almacenes y trasteros de todo, en una de ellas nos habilitamos un estupendo cuarto de juegos. Lo que mas nos gustaba era imaginarnos como locutores de radio, grabábamos nuestra emisión en un viejo radio casette con un micrófono y un transistor.  En el transistor buscamos una emisora de música, los cuarenta principales era nuestra favorita, y con el micro junto al diminuto altavoz recogíamos la melodía mientras narramos nuestras dedicatorias y presentaciones.

-buenos días esto es radio roa y estáis escuchando a Julio Iglesias y su ultima canción “soy un semental”

  Lastima que no haya sobrevivido ninguna de estas cintas pues hubiesen sido un documento sonoro estupendo para ambientar nuestras batallitas a los nietos. Aquí nació mi afición por ser pincha discos que me convirtió con el paso de los años en un DJ bastante aceptable, mola eso de utilizar partes de canciones para personalizar la tuya propia.

También nos hicimos con una mesa de pin pon, por supuesto hecha de restos de otras cosas, una diana para practicar con dardos, un tablero de ajedrez, con sus fichas y todo, y nuestro deporte estrella “las canicas” o bolas como se llaman por aquí. Tantas tardes enfrascados en nuestro particular refugio nos dieron como resultado una especial habilidad en estos menesteres que incluso nos permitíamos el lujo de ganar algún campeonato local y arriesgarnos a apostar dinero en competiciones entre pandillas. Unas veces se pierde, otras también, pero de vez en cuando se gana y da gustito.

Otra cosa que consumía nuestro tiempo era la pesca, al principio con un simple sedal y su correspondiente anzuelo lanzado desde los pasamanos de los balnearios y con el tiempo nos hicimos de cañas, arpones y a pescar donde podamos llegar con la bici.

Así transcurrían los días y poco a poco se acercaba la etapa final del colegio, mi ansia de aprender se había disipado y casi me cuesta sacarme el graduado, un cinco pelao y gracias, pero conseguí el titulo.

También fue por entonces que la vida me enfrentó a situaciones dolorosas, hasta ahora todo era felicidad e ignorancia infantil pero en poco tiempo tuve que asumir la muerte de mis abuelas. Siendo más niño también habían fallecido algunos familiares y conocidos de la familia pero no era consciente de ello, simplemente dejaban de estar y prácticamente los olvidada sin darme cuenta, más cuando murió mi abuela materna - mamaica la llamábamos - fue un golpe bajo del destino.
  Yo la quería mucho y como vivíamos cerca nos veíamos a diario, me gustaba mucho ir a jugar a su casa y las veces que estaba enfermo me hacia compañía. Era una mujer maravillosa, viuda desde la guerra tuvo que pasar lo suyo para sacar a sus hijos adelante y no recuerdo ni un solo mal gesto ni regañina de ella a pesar de lo travieso que yo era, en mi memoria perdura su imagen menuda sentada en su mecedora contándonos historias y su costumbre de todos los domingos, sin falta y como si fuese un dogma de fe, nos daba un duro de paga a cada uno de sus nietos.
   El Señor la llamó a su seno un día de Reyes. Como era costumbre entonces se veló el cuerpo presente en su casa y yo, en mi propio miedo por enfrentarme a la muerte, no me atreví a mirar el féretro.

  Poco tiempo después también murió mi abuela paterna, mi yaya. Aunque tenia menos contacto con ella también la quería mucho, cada vez que íbamos a su casa de Roda me daba un duro y cuando ella venia a la nuestra solía dejar igual propina. En esta ocasión no quise tener miedo y portarme como el hombre que casi ya era... en el duelo la contemplé simulando entereza, cuando el tembleque de mis piernas empezó a ser mas que visible me aparté a un rincón solitario y allí llore todo lo que pude llorar.

  Lloré y en cada lágrima se evaporaba una pizca de mi infancia, con cada sollozo crecí un poco y, aunque no fui totalmente consciente de ello en aquel momento, después del entierro deje de ser un niño y mi subconsciente me empujaba a convertirme en alguien de quien otro alguien se sintiese orgulloso.

  Acabó el colegio y con mi certificado de Graduado Escolar se me abrió el horizonte: seguir estudiando o trabajar.

  Continuar estudiando se plantea difícil, mis padres tienen que hacer mucho esfuerzo para costearme el instituto y en vista de mis últimos resultados en el colegio no parece una opción valida.
  Trabajar me gusta pero con catorce años solo puedes ser aprendiz de algo y con la fama que me he labrado con mis gamberradas no hay muchos negocios dispuestos para tomarme como ayudante.

  En estas tesituras ocurrió que unos vendedores de cursos a distancia pasaron por el pueblo e hicieron unas reuniones para padres en el colegio, eran los típicos cursos que en realidad no parecen servir para nada pero a mi me ilusionó. Mi padre muy a regañadientes y con gran esfuerzo pagó los libros y me encontré de pronto aprendiendo a ser mecánico por correspondencia. Parece una estupidez pero esto provocó que mi padrino, que tenia un taller de coches en un pueblo cercano, me tomara como aprendiz en su casa. Así podía ver y tocar lo que los libros enseñaban, estudiar y practicar al mismo tiempo como en las mejores familias.

  Realmente los libros me sirvieron de poco, no terminé de leer ninguno y como los exámenes eran por correo hacia trampas y los aprobé todos. Pero el tiempo que pasé con mi padrino me sirvió de mucho y forjo gran parte de mi carácter a la vez que mantenerme alejado del pueblo hizo que mi mala fama se diluyera y me convirtiera en un muchacho respetable.

Pasé grandes momentos en el taller, pero esos... esos los contaré en otro capitulo



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sábado, 29 de diciembre de 2012

rotondas de Los Alcázares

¿para que sirven las rotondas?
En algunos sitios también las llaman glorietas, plazas circulares o redondas, pero se llamen como se llamen todas tienen su sentido de ser.
Empezaron siendo una forma de controlar el trafico, de hecho todavía sirven para esto, dan fluidez a un cruce y permiten circular y orientar a los conductores.

Después para hacerlas más bonitas se le añadieron elementos ornamentales, ya sea una escultura de dudoso gusto pero precio importante o una fuente o un parterre florido.

Una misión importante que cumplen las rotondas es que el ayuntamiento de turno puede gastar dinero en ellas y eso hace que muchas de ellas renueven sus ornamentos con frecuencia, modificando con ello el paisaje urbano.
por eso me he decidido a fotografiar las plazas de mi pueblo y publicarlas en este blog, con el fin de mostrar la belleza urbana del pueblo y, si se da el caso, la evolución que en el tiempo puedan tener.

Podéis disfrutar de ellas en este enlace rotondas de los Alcázares

De momento solo hay unas pocas pero el album irá creciendo conforme tenga ocasión de ampliarlo.


viernes, 7 de diciembre de 2012

Gracias politicos, gracias

...en épocas de crisis las mentes menos ilustradas y ciudadanos en general tienden a culpar de todos los males de la sociedad a los políticos y esto es injusto, en tiempos de bonanza también son culpables.

Pensando las cosas detenidamente hay muchas razones para dar gracias a la clase política por la precaria situación que nos toca vivir y, puede que sin quererlo del todo, nos están enseñando valores que algunos desconocían y otros estaban olvidando.

Reflexionando sobre el día a día, la situación actual y la forma de afrontarla por nuestros políticos, cuyo sentido común es diametralmente opuesto al del ciudadano, llego a la conclusión que en realidad no son malos gestores como opina la mayoría si no que de verdad están haciendo un gran esfuerzo por mejorar la salud material y espiritual de aquellos que con nuestro involuntario sacrificio mantenemos su estatus de poderosos.

Y ahora para que tengáis criterio para comprender el porqué hay que ser agradecido expongo mis diez razones para ello y lo hago en forma de cantata enumerativa con visos de amarga sátira sarcástica.

Señores dedicados a la política y el gobierno, seáis del partido que seáis y con independencia de vuestra voluntad y cargo en la escala de poder de nuestra sociedad os doy las gracias por:

- por hacer de mi familia personas más sanas, en casa cada día comemos mas verdura y menos carne lo que nos hace menos proclives a enfermedades coronarias.

- por habernos hecho más respetuosos con las enseñanzas de nuestros abuelos, hemos recuperado  tradiciones gastronómicas de la posguerra aprendiendo a comer ingredientes que hasta ahora ignorábamos.

- por hacernos mas ecológicos, ya no tiramos nada y aprovechamos hasta la ultima molécula de cualquier cosa.

- por hacernos más sociables, cada día tenemos más cosas en común con nuestros vecinos.

- porque hemos aprendido a no tener prisa y ahora llegamos andando donde antes íbamos en coche.

- por hacernos sentir cómodos con los vestidos que pensábamos ya no están de moda.

- por aumentar nuestra confianza en nosotros mismos, pues ya no nos fiamos de nadie.

- por hacernos disfrutar una y otra vez de nuestro libro favorito, a ver quien es el guapo que se atreve a comprar otro.

- porque podemos pasear horas y horas disfrutando del paisaje urbano, sin posibilidad de poder gastar un céntimo en fruslerías.

- y porque si no os doy las gracias tendría que odiaros y eso va en contra de lo que mis padres me enseñaron.

Así que no os odio ni os deseo mal alguno pero ojalá os de un ataque de diarrea y no tengáis papel higiénico a mano...



PD. dedicado a todos los que viven en la abundancia gracias al sacrificio y voto de personas honradas.




martes, 13 de noviembre de 2012

cancion de la bombilla

... dice un anuncio de la radio que hay mas canciones dedicadas a la libertad que a cambiar una bombilla. Esto me ha tocado dentro y voy a poner mi grano de arena para romper la estadística, así que esta es mi aportación a tamaña discriminación.

 

 Canción de la bombilla

Suena una melodía suave en el piano y comienza la canción...
verso 1º en crescendo

Tu, alejaste de mi las tinieblas...
tu, hiciste de mi noche día...
tu. Me diste toda tu energía...
tu, hiciste que mis miedos fueran dulces sueños...
verso 2º sigue el esquema musical del 1º

tu, me iluminas desde que fui un niño...
tu, que me guías en el obscuro camino...
tu, que no pides nada por tu cariño...
tu, haces mi luz, mi calor y mi alegría...
estribillo un poco rock

no es por tu edad
no es por maldad
ni es porqué
 te quiera olvidar
solo es que hay otra y me dá
lo que tu ya no me puedes dar...
verso alegro

ahora que tu
lo que deseo no me das.
ahora que tu
para mi ya no estas.
ahora que tu
luz ya no me das. 
Triste mi destino
te maldigo y te juro
que mañana mismo
te cambio por otra de bajo consumo....
estribillo

no es por tu edad
ni es por maldad
ni es porqué
 te quiera olvidar
solo es que hay otra y me dá
lo que tu ya no me puedes dar...

y fin
 no eres tu...
ni es por mi,
es que quiero mas luz
en mi vida, y mi habitación... 

tatachan chinpun

Bueno, esta es mi aportación, la letra ya está, falta la musica para lo que buscaré voluntarios y si alguien la copia vilmente y se hace millonario con ella que recuerde que la idea fue mía y está feo usar el talento ajeno para beneficio propio.


domingo, 11 de noviembre de 2012

Cucusemi IX


la transición de niño a preadolescente.

Capitulo noveno: el primer gran giro en la historia de Cucusemi, un verdadero huracán de acontecimientos.


Pues sí, entre la primera comunión, cambios de colegio, burocracias mentales, el nacimiento de mi primer sobrino… demasiados cambios para una mente tan joven e inexperta. Tantos que en mi memoria quedaron muchos de ellos pero soy incapaz de colocarlos en un orden cronológico correcto.
 ¿Qué fue primero: el huevo, la gallina o la primera comunión?

Entre los acontecimientos importantes de aquella época uno que debió marcarme, aunque eso lo decidirá un psicólogo si es que uso sus servicios alguna vez: el cambio de colegio.

Como ya dije, en el pueblo se quedaba pequeño el cole, así que después de cuarto curso teníamos que ir a otro Centro en San Javier –un pueblo cercano, del que nosotros éramos pedanía, distante unos ocho kilómetros-. Eso implicaba tener que tomar un autobús escolar, nuevas disciplinas y horario más ajustado, no puedes llegar un minuto tarde o pierdes todo el día de clase con el consiguiente castigo y retraso en el aprendizaje y no te cuento si lo pierdes a la vuelta, en el cole no te puedes quedar a dormir.
También implica tener que tomar la comida en el comedor escolar. Terrible situación pues la mayoría de veces no me gusta lo que ponen y aquí no te dan otra cosa como en casa, o pierdes el sentido del gusto y te adaptas... o pasas más hambre que quien se perdió en la isla.

Lo que es el colegio en si mismo está pero que muy bien, un edificio grande con aulas para todos los cursos, ¡tenemos un profesor para cada materia! también somos más niños y el patio del recreo es mas grande, tiene pista de baloncesto, de futbito, espacio de sobra para correr, fuentes donde se puede beber agua y cazar avispas en los charquitos que se forman alrededor. Pero tiene - tenia que tener algo- un gran inconveniente: el director se ha dado cuenta de que entré a primer curso un año antes de lo que me correspondía – ¿recuerdan al primo de mamá que era profesor en el pueblo? Pues parece ser que hizo alguna trampa para que pudiese ingresar y ahora llevo un curso de ventaja sobre los chicos de mi quinta- y ahora me dicen que tendré que repetir un curso pues no puedo dejar el colegio hasta que no tenga cumplida la edad de enseñanza obligatoria.
Entonces ¿para qué sirven mis buenas notas?, ¿para qué mi esfuerzo y mi tiempo en hacer los deberes y colaborar en todas las actividades de clase? Me lo voy a ir pensando y si me obligan a repetir les daré motivos para hacerlo. ¿Será por eso que algunos de mis compañeros de entonces han llegado a ser alcaldes y cargos municipales del pueblo mientras yo me quedé en eficiente currante pagador de impuestos?

Este colegio solo me duró un año. No porque me fuera, sino porque estaban construyendo otro en el pueblo y el siguiente curso ya empezamos en unas aulas dentro de la base militar de los alcázares de manera transitoria hasta que se terminara el nuevo, transición que duró el curso entero. No obstante estas aulas eran un chollo, tenían un pequeño jardín con columpios, pupitres de a dos y lo mejor de todo, se accedía a ellas desde la playa.

Toda una tentación para quien ya sabe que tarde o temprano tiene que repetir el curso, así si un día en vez de a clase me voy de pesca no pasara nada, solo necesito que mamá se crea que después del cole me voy a pescar para que no parezca sospechoso. Pero se entera, siempre se entera por mas cara de buen chico que ponga o escusa que invente y termina aplicándome su sistema educativo particular.
-¡para que aprendas...!
Y aprendí, vaya si aprendí, hasta cosas que ella no se imaginaba. Deberían darle el premio Nobel de educación a quien invento las suelas de goma para las zapatillas.

Otro acontecimiento importante de aquella época fue el nacimiento de mi sobrino, Antonio, la vida siempre te da lo que pides si tienes paciencia aunque tenga otras formas diferentes de interpretar tu deseo y el chico se convirtió en lo más parecido a un hermano pequeño que pude tener hasta que yo me hice demasiado adulto y él demasiado adolescente. Mi hermana estaba bien y molaba pero era chica y a una chica no le puedes enseñar lo mismo ni puedes jugar igual por muy buena voluntad que ponga, así que invertí mi capacidad de hermano mayor en mi sobrino. Le enseñé todo lo que pude y aprendió con tanta rapidez que antes que nuestros caminos se separaran ya casi era mi maestro.

Entre pitos y flautas ya me estaba haciendo un preadolescente y tenia ciertas inquietudes y necesidades. Andar por los barrios cercanos era una aventura para pequeños así que la pandilla decidimos ir ampliando nuestro radio de acción, pero para eso necesitábamos mejorar nuestros medios de locomoción. Algunos lo tuvieron fácil pues los reyes les dejaron bicicletas nuevas pero yo aun andaba con mi supercil de medio metro. Para dar la vuelta a un par de manzanas estaba bien pero no servía para ir a buscar moras a los campos de San Javier ni mucho menos intentar llegar con ella hasta las playas de la ribera o la Llana. Llegó la hora de aplicar el ingenio y aprovechando una chatarrería cercana, una pieza de aquí, otra de allá, mis conocimientos de las herramientas y algo de ayuda de papa construí una bici a mi medida, híbrida hasta en la pintura, cutre como ninguna, pero perfecta para el objetivo perseguido, tanto que disfruté muchos años de ella, a pesar de no tener frenos -para parar debía meter el pie entre el cuadro y la rueda delantera lo que me costó más de unas cuantas caídas y arañazos. Y que habilidad llegué a coger con aquel engendro mecánico, circulaba sin manos y hasta de pie sobre el sillín, eso sí unos segundos después estaba en el suelo.
Con esta bici llegué mas alto, mas rápido y mas lejos -y más lesionado- a la siguiente etapa, ya no era un crío, ahora debía buscarme la vida y fijar objetivos que se pudiesen alcanzar.
Primer objetivo expandir nuestro coto de pesca particular, ya no existen fronteras para nosotros y toda la costa del Mar Menor es nuestra, vale que hay que darle un buen rato a los pedales pero ahora podemos llegar.
Siguiente objetivo: ponerle luz a la bici, en invierno anochece pronto y sin luces no vamos a ningún sitio.

Mundo: preparate que ya se mas de lo que creo necesitar y voy a conquistarte. Lo malo es que el mundo visto desde atrás del manillar parece muy grande y a lo peor tardo un poco más de lo previsto. Ya tengo todo lo que necesito: ganas, audacia y una bicicleta, me falta el dinero pero lo iré cogiendo por el camino y esto será la base de los nuevos capítulos...


miércoles, 1 de agosto de 2012

Cucusemi VIII

el deseado hermano, anunciado en el capitulo anterior

Capitulo octavo: de las ilusiones, desengaños y formas de afrontarlos de Cucusemi


¡Un hermano!, en estos momentos tener un hermano es un cosa maravillosa. Ya tengo dos hermanas mayores pero no me sirven para nada, no saben jugar a nada divertido y encima me llevo algún cachete de vez en cuando.

 Está Pepi que anda más pensando en su novio que en jugar conmigo. Algunas veces voy con ellos  al cine, me compran una pepsi y pipas y me buscan buen sitio en primera fila para que vea bien la peli mientras ellos se tienen que conformar con los asientos de la ultima bancada, no saben lo que se pierden pues desde mi asiento se disfruta de toda la pantalla y sin cabezas que molesten.
-si pregunta papá le dices que nos hemos sentado juntos o no te vienes mas con nosotros.
Me gusta la idea así que voy dispuesto a mentir como un bellaco con tal de pillar más el próximo día. Pero esto no satisface mi ansia de compartir juego en casa.

Luego esta Rufi, también es mayor que yo y siempre está jugando con sus antipáticas muñecas que con voz de falsete y chillona me dicen:
-no queremos jugar contigo. Juega con tus juguetes…

Juguetes tengo, los reyes magos siempre dejan alguno y cuando voy con papá a reparar casas siempre consigo alguno de propina o lo encuentro en un rincón olvidado de las casas de la playa.
Desde el momento que me dieron la noticia de que esperamos un hermano empecé a recopilar todos mis juegos: indios, vaqueros, soldados, pistolas, coches… no era momento de despreciar nada, todo valía aunque no estuviese completo, desde un caballo de tres patas hasta la última adquisición de los flamantes coches majorette y mi rincón estrella en el patio de casa: junto a un viejo columpio de hierro me hice un hueco entre los restos de material de la obra y con tres cañas, unos sacos de cemento vacíos  y múltiples materiales sin clasificar me construí –con ayuda de papá- una estupenda cabaña india. Un magnifico tipi que debería ser nuestro cuartel general. Allí pase larguísimos momentos planeando mi futuro junto a mi hermano.

Un día, a finales de octubre, me levantaron temprano mis hermanas y me llevaron a casa de mi tío Miguel, vivía muy cerca y desde su terraza se podía ver nuestra casa.
-quédate aquí, hoy va a venir la cigüeña y cuando la veas vienes corriendo a avisarnos.
-¡Cielos! Como ha pasado el tiempo, aún estoy preparando cosas y ya es el día.

 Y allí me quedé, con los ojos abiertos de par en par vigilando los cuatro puntos cardinales y su espacio aéreo adyacente, hoy será el día más feliz de mi vida y no quiero perderme detalle.
-nunca he visto una cigüeña pero me imagino que se parecerá a los dibujos y fotografías de los libros, en cualquier caso el primer pájaro grande que lleve una bolsa en el pico esa debe ser.

Pude haber cogido una insolación de tanto otear y esperar, desde mi posición veía a gentes entrando y saliendo de casa, seguramente también buscaban a la cigüeña pero yo  estaba mejor colocado para ser el primero en verla. Mi imaginación volaba suelta y debe ser que entre ensoñaciones me despisté y me perdí el momento.
-Cucusemi baja que ya ha venido la cigüeña y te ha dejado una hermanita.
-¿Cómo?, ¡no puede ser, no puede haber pasado sin que yo la haya visto y!… ¿Cómo que una hermanita?, ¡un hermano!, ¡tenía que dejar un hermano! ¡Con “O”!
Con lágrimas lloviendo en mi rostro fui a toda carrera hasta casa. Debía comprobarlo con mis propios ojos… y allí estaba en el regazo de mamá, un pequeño ser temblequeante y menudo con la piel blanquecina y arrugada y para colmo ¡niña!.
– no puede ser, tiene que haber un error, ¡maldito pajarraco! Con razón no se ha dejado ver, ha venido a hurtadillas para que no me de cuenta y así perpetrar su desaguisado.

Conocí la ira ese día, aprendí a estar enfadado con todo y lo pagó el tipi, me faltaron piernas para darle patadas y reducirlo a lo que originalmente fue: un  montón de cartones y palos desordenados y esparcidos por el patio.

Cómo relaja romper cosas, tendría que hacerlo más a menudo. En poco rato mi furia ya no tenía sentido, lo hecho hecho está y hay que adaptarse. De todas formas aun es muy pequeña y quizá la pueda enseñar a jugar conmigo, de momento lo único que hace es comer, dormir, llorar y otras cosas más escatológicas, yo tengo experiencia en eso y sé que se supera con el tiempo.
- Merche, crece sin prisas que tu y yo tenemos muchas cosas que compartir y ya te las iré enseñando poco a poco.

No era exactamente como lo había planeado pero también trajo cosas buenas, para empezar en aquellos tiempos daban una paga a quienes tenían un hijo y mi padre la invirtió en comprar un televisor. Ahí es nada, toda una tele para nosotros, 20 pulgadas de pantalla en blanco y negro para disfrutar de nuestros programas favoritos. Solo coge dos canales –tampoco había más de aquella- y tiene un botón para cambiar de la primera a la segunda cadenas y dos ruletas sintonizadoras una por canal.
Buenos momentos pasados junto a los chiripitifláuticos, los payasos Gabi, Fofo y Miliki... y fofito, cuando todo era posible en domingo, con Felipito Takatun y su yo sigo, aquel un dos tres de Kiko Ledgar don Cicuta y los Tacañones y tantos otros muchos ídolos televisivos de la época, vaya diferencia con la programación de ahora que de cien canales apenas uno pone algo decente.

Mientras mi hermana crecía yo debía dedicarme a mis labores de niño, no me dejan casi jugar con ella porque me dicen que es muy pequeña y no paro de llevarme regañinas: que si no le puedo dar chicle,  que no le de pipas ni chuches, que no la toques ni hagas ruido que se despierta. ¡Pues claro, si lo hago adrede para que se despierte y poder jugar! pero no hay manera de que entiendan mi postura.

 Como en casa no puedo explayarme lo mejor es coger la bici y a buscar a mis amigos hasta que reunimos la pandilla y a hacer de las nuestras. Unos días a coger pájaros y otros a gamberrear sin mala intención, nos gustaba meternos por los balnearios de la playa cuando estaban vacíos en invierno, suponían un lugar fantástico para pescar mújoles y zorros, la pega es que  los dueños no compartían nuestra ilusión y se enfadaban, cuando no llamaban directamente a la guardia civil.
-como se ponen solo por un par de maderas y alguna cerradura rotas, cada vez es más difícil hacer algo divertido en el pueblo.

Pasa el tiempo, creces, maduras y tomas responsabilidades. Eso me pasaba a mí, conforme mi hermana se hace más independiente y ya empieza a ir al colegio debo asumir mi rol de hermano mayor y poner las cosas en un orden socialmente lógico:
- en primer lugar a mi hermana solo le puedo pegar yo, por lo tanto si algún desaprensivo osa tocarle el mas mínimo cabello se las tiene que ver conmigo, no me importa marcar distancias y si hay que darse un par de sopapos después del cole pues aquí estoy preparado.
- en segundo término mi hermana es mía y siempre tiene razón. Así que las escusas de “ha empezado ella” no me sirven y si hay que darse un par de tortas por mantener este punto pues, ya sabes, después del cole.
- y por último, a mí no me importa volver llorando a casa por lo tanto quien se atreva que venga preparado que no me doy por vencido fácilmente y aquí me tiene , después del cole.

Reconforta sentirse útil y responsable a estas edades, cuido de mi hermana, me preparo para hacer la Primera Comunión, avanzo bien en el colegio, manejo cada vez mejor las herramientas de papá, en fin la vida sonríe y cuando lo hace hay que acumular buenas sensaciones para cuando se canse y mire hacia otro lado.
Me siento responsable y además como voy a hacer la comunión también me siento importante, probándome el traje que me presta mi primo que parezco un príncipe, recibiendo regalos, los típicos que se hacían entonces: una medallita de la Virgen del Carmen, un rosario, pañuelos, calcetines, algo de ropa para los domingos… y ¡un fantástico reloj!, un citizen automático con esfera verde, agujas fosforescentes de caja y cadena de acero. Este artilugio me acompañó durante muchos años y supuso para mí una marca de identidad, ya que cuando vino el relojero a casa para que eligiera el modelo que me gustaba, con toda la familia expectante, me dicen:
 –pon la mano para probártelo.
Con toda la ilusión que era capaz de asumir levante mi brazo derecho, ofreciendo la muñeca al joyero. En ese momento todos se rieron.
- se pone en la mano izquierda
La sensación de no haber estado a la altura y de ridículo se apodero de mí, pero para cojones hay ocasiones y respondí sin apenas inmutarme.
- pues yo lo quiero llevar en esta mano, o no quiero reloj.
Ya hace tiempo que aquella maquina pasó a ser parte de la basura que contamina nuestro planeta, pero tanto aquel como los que le sucedieron los he portado sobre mi antebrazo derecho.

Creo que el momento de tomar la primera Hostia Consagrada marcó un ritmo diferente en mi vida, no supe verlo en su momento pero con la perspectiva de la edad  si pienso que a partir de aquel instante todo empezó a ir mas deprisa. Puede ser que ya tenia la edad suficiente como para discriminar y recordar mejor los sucesos diarios o que en realidad la vida esta marcada por etapas y vicisitudes en las que te ves envuelto y tienes poco tiempo, apenas segundos, para elegir entre los caminos que se van abriendo continuamente ante ti.  Lo realmente cierto es que a partir de aquel día mis decisiones empezaron a pesar en mi conciencia tanto para bien como para mal y empezaron de verdad mis odiseas y desventuras.

Pero eso ya es tema para otros capítulos

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