En el anterior capitulo y primero de la serie, Cucusemi se presenta a los lectores y avanza que pretende compartir sus vivencias para deleite y disfrute de quien quiera conocerlas.
Capitulo segundo: de cómo Cucusemi vino a este mundo y de los avatares que empezaron a forjar su personalidad…
Fue en un pueblo con mar, una noche,… dudo que hubiese concierto como dice la canción pero seguro que hubo jaleo.
Ese día, sábado para más señas, sin premeditación pero con plena consciencia del hecho en sí, con ayuda de la providencia y de la comadrona.
Este día vine al mundo y el mundo absorto en el reciente éxito de los Beatles “i want to hold your hand” me acogió sin mostrar el mínimo síntoma de haberlo notado. Así, mientras los enamorados del planeta hacían manitas al ritmo de la música del grupo de Liverpool, yo deslicé mi presencia entre ellos casi de incógnito, como un suceso mas del festival del Imbolc, en el año del conejo y bajo la influencia de acuario. Todo un regalo de los dioses a este insignificante planeta de tono azulado.
Tengo vagos recuerdos de aquella época, mis prioridades entonces estaban muy ajustadas y no atendía mucho a los detalles de alrededor. Inmerso en mi propio mundo vivía como flotando en una feliz y cálida oscuridad sin más preocupación que cambiar de postura cuando me apetecía sin hacer mucho caso de las voces amables y lisonjeras que escuchaba como muy lejanas. Hasta que un día aciago todo pareció volverse del revés, sentí que no podía moverme, todo parecía a punto de estallar y una fuerza invisible e irresistible me alejaba de aquel orbe. Mi cuerpo menudo, maltratado por miles de sensaciones indescriptibles, empezó a sentir frío, miedo y como si estuviese colgado por los pies cabeza abajo, con la garganta atascada de mis propios fluidos. Mi mente no estaba preparada para tal situación de agobio pero reaccioné, tome fuerzas de cada una de mis células, me enfrente con determinación y con un arrojo increíble hice lo que me pareció más adecuado para resolver y neutralizar la amenaza que me envolvía. Tensé cada uno de mis músculos, tomé aire y lloré.
Lloré con un llanto tan fuerte y profundo que me devolvió la serenidad que necesitaba para continuar viviendo. Y creo que hice lo correcto a tenor de las reacciones de los presentes, aunque no podía verlos si escuchaba sus voces y a pesar de no tener clara mi situación si noté que no debía temer daño alguno pues estaba en territorio amigo.
Tengo vagos recuerdos de aquella época, mis prioridades entonces estaban muy ajustadas y no atendía mucho a los detalles de alrededor. Inmerso en mi propio mundo vivía como flotando en una feliz y cálida oscuridad sin más preocupación que cambiar de postura cuando me apetecía sin hacer mucho caso de las voces amables y lisonjeras que escuchaba como muy lejanas. Hasta que un día aciago todo pareció volverse del revés, sentí que no podía moverme, todo parecía a punto de estallar y una fuerza invisible e irresistible me alejaba de aquel orbe. Mi cuerpo menudo, maltratado por miles de sensaciones indescriptibles, empezó a sentir frío, miedo y como si estuviese colgado por los pies cabeza abajo, con la garganta atascada de mis propios fluidos. Mi mente no estaba preparada para tal situación de agobio pero reaccioné, tome fuerzas de cada una de mis células, me enfrente con determinación y con un arrojo increíble hice lo que me pareció más adecuado para resolver y neutralizar la amenaza que me envolvía. Tensé cada uno de mis músculos, tomé aire y lloré.
Lloré con un llanto tan fuerte y profundo que me devolvió la serenidad que necesitaba para continuar viviendo. Y creo que hice lo correcto a tenor de las reacciones de los presentes, aunque no podía verlos si escuchaba sus voces y a pesar de no tener clara mi situación si noté que no debía temer daño alguno pues estaba en territorio amigo.
- ¡ha sido niño! decía una voz
- ¡y vaya si es niño! -dijo otra- se parece a su padre, tiene su misma barbilla.
- ¡vaya! –pensé- acabo de llegar y ya tengo cosas que no son mías, esto parece prometer mucho.
No sé cuánto tiempo paso, ni cuántas veces fui zarandeado, tampoco fui plenamente consciente del momento en que deje de llorar. Debió ser cuando, sin saber cómo, caí en un acogedor rinconcito de un olor agradable, blandito y caliente donde alguien a quien no conseguía ver intentaba ponerme algo entre los labios. Mis fuerzas ya eran flacas y no opuse resistencia mientras mi boca se llenaba de un dulce y rico néctar que tragué con fingida serenidad.
- Bueno, este parece buen sitio para poner en orden mi mente y reflexionar sobre la nueva situación. Creo que lo voy a convertir en mi refugio durante algún tiempo.
Poco a poco las voces se fueron haciendo más difusas y mientras seguía tragando aquel rico líquido me fui quedando profundamente dormido.
Me sentí algo extraño al despertar, no estaba en mi refugio, intenté localizarlo en la oscuridad y pensando que lo había perdido volví a llorar. De repente hice un gran descubrimiento: ¡mi refugio es mágico!, aparece y desaparece a mi antojo. Cuando lo necesito solo tengo que gemir o llorar un poco y entonces aparece y me da calor y alimento, luego cuando ya estoy satisfecho se diluye en el espacio-tiempo hasta que vuelvo a precisar de él. Aun tengo que practicar un poco para manejarlo con soltura pero ya le voy cogiendo el truco.
Poco a poco la situación se va normalizando, por lo tanto es hora de pensar con calma para fijar mis prioridades: comer y dormir parece un buen plan de momento.
Tendré que ponerle nombre a mi refugio, los humanos siempre ponen nombre a las cosas, algo que suene bien, corto y fácil de recordar, uhm… sí este parece buen nombre, lo llamaré mamá, me gusta: refugio a partir de ahora te voy a llamar Mamá.
Por cierto, tengo que practicar un poco este llanto que a veces tarda un poco en aparecer.
Es condición de nuestra especie la capacidad de adaptación y eso es lo que puse en practica desde el primer momento. Entre comida, dormida, llanto y mi propia evolución aprendí los mecanismos de supervivencia tan necesarios que me ayudarían el resto de mi vida, supe abrir los ojos a tiempo para reconocer mi entorno, al principio solo algunas sombras y siluetas que me resultaban familiares pero al poco ya sabia distinguir muchos matices. Aprendí que entre llantos y risas era capaz de dominar aquellos rostros que me observaban hasta el punto que un simple gesto o mueca hiciese que una persona determinada sucumbiera a mi voluntad, este gesto hace que me coja Mamá, este otro hace que este tipo tan feo me suelte, si lloro así castigan a mi hermana... todo un abanico de posibilidades que en mis manos suponía toda un arma secreta y letal.
Y así, aprendiendo de la vida y mientras daba mis primeros pasos que inexorablemente me conducirían a mi autonomía personal, sin casi ni notarlo me encontré preparado para la siguiente fase de mi aventura vital.
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